La enfermedad coronaria consiste en la afectación aterosclerótica de las arterias que proporcionan sangre al corazón, que son las llamadas arterias coronarias. Ante un paciente con la aterosclerosis en estas arterias, que los antiguos anatomistas denominaron arterias coronarias por presentar aspecto parecido a una corona, en Medicina y en Cardiología en particular, se habla con frecuencia utilizando el término de paciente coronario.
Las manifestaciones características de la enfermedad coronaria ( pacientes “coronarios”), son el infarto de miocardio, la angina de pecho y la muerte súbita, siendo lógicamente esta última la que confiere un carácter más alarmante a dicha patología. No obstante, en no pocas ocasiones los enfermos que presentan la enfermedad no tienen ningún síntoma (sobre todo si son diabéticos), y la enfermedad se sospecha y finalmente se diagnostica mediante determinadas exploraciones, siendo las más frecuentes el electrocardiograma y la prueba de esfuerzo (también llamada ergometría).
La exploración definitiva para la confirmación de la enfermedad coronaria es el cateterismo cardiaco (coronariografía), que permite la identificación visual de las lesiones coronarias (disminución en mayor o menor medida del diámetro de “las coronarias” que condiciona una disminución del aporte de sangre en los territorios irrigados por las arterias lesionadas).
Si sus médicos le han transmitido que es usted un paciente coronario y por lo tanto le han diagnosticado la enfermedad coronaria, le orientarán sobre el tratamiento que se considere más adecuado en su caso concreto, pero como parte trascendental del enfoque global de su enfermedad, se debe tener en cuenta los factores que se conoce están muy implicados en el desarrollo de esta enfermedad y que son corregibles: tabaco, tensión arterial elevada, niveles altos de colesterol y muy especialmente la diabetes.
El sobrepeso y el sedentarismo con frecuencia acompañan a los factores reseñados. El ejercicio físico realizado de manera reglada y con la orientación adecuada ha demostrado mejorar significativamente el pronóstico de la enfermedad.