¿No va más? Hoy vence el nuevo ultimátum de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) a Pescanova para que presente las cuentas de 2012 que tienen en vilo a inversores, acreedores, empleados, proveedores, gestores y otros satélites que han orbitado alrededor de la compañía durante los años de reinado de Manuel Fernández de Sousa, el hombre que haciendo de su capa un sayo está desafiando todo lo desafiable –ya han pasado casi siete semanas desde que se conocieron los problemas de la compañía- para encubrir la realidad económica del grupo.
La estrategia de los opositores del empresario gallego está siendo la de desprestigiar todo lo posible la figura del presidente. Sus enemigos en el consejo de administración no van a firmar las cuentas que previsiblemente enviará hoy el grupo a la CNMV, los acreedores no le van a poner un euro sobre la mesa para que el grupo haga frente a sus gastos corrientes -la caja casi está vacía- y las firmas que participaron en la ampliación de capital del pasado verano necesitan un chivo expiatorio para justificar que colocaron 125 millones de euros en acciones de un muerto viviente.
Los nombres son de primer nivel. La cobertura legal de la operación fue de Uría y Ménendez, Linklaters asesoró a las entidades aseguradoras -BNP Paribas y BPI, que asumieron un enorme riesgo en la operación porque se comprometieron a tomar las acciones que no fueran adquiridas por los inversores- y BDO -al que a su vez Fernández de Sousa quiere convertir en receptor de todos los palos por no enterarse de las trampas que él mismo le ponía en el camino- era el auditor de cuentas.
Sumen a estos nombres de postín los de los principales bancos cazados en Pescanova -CaixaBank, Sabadell, Popular, Bankia, Deutsche Bank, Royal Bank of Scotland (RBS) y Novagalicia- y verán como parte de lo más granado del »aparato» financiero español se está jugando la cartera y el prestigio en este Enron a la española que, si se resuelve en falso, puede tener fatales consecuencias para las empresas medianas españolas.
El asunto no es baladí, porque Pescanova era junto a Jazztel y CAF el valor mediano favorito de los especialistas bursátiles en sus recomendaciones para 2013. El grupo, con un brillante historial bursátil, era un ejemplo por su diversificación geográfica y de negocios, por la estabilidad de sus accionistas y por una estrategia exitosa que al parecer las cifras de facturación y de endeudamiento podían soportar.
Si no se depuran responsabilidades, se estará haciendo un flaco favor a las empresas españolas de mediana capitalización. ¿En qué condiciones les va a prestar la banca internacional, que antes de Pescanova ya tenía el grifo casi cerrado? ¿Quién comprará sus títulos cuándo salgan a financiarse al mercado? ¿Quién asumirá la responsabilidad de venderlos y asegurarlos si lo que está en juego es la misma fiabilidad de las cuentas de las empresas cotizadas? ¿Cuánto se complica para un »private equity» justificar una compra de una empresa española? Riesgo país, se llama eso.
Y no vale con la excusa de que es un hecho aislado. Los casos de las cuotas participativas de la CAM y a gran escala Bankia demuestra que nuestros supervisores no son ni eficaces ni diligentes -eso por no ser demasiado duro en el juicio- a la hora de poner cortafuegos que eviten escándalos contables de esta dimensión. Si las cuentas que hoy se conocerán ratifican el desfase contable que todo el mundo espera, no habrá excusas.
No se trata ya de relevar a los gestores -si no se autoinmola, a Fernández de Sousa lo eliminarán los propios acreedores-, sino de actuar con la máxima contundencia –para eso hay un régimen sancionador- para lanzar el mensaje de que no hay sitio en la bolsa para los tramposos. Conviene acertar con el tratamiento, porque Pescanova es mucho más que una empresa gallega -sólo tiene allí menos del 20% de sus empleados- y mucho más que un valor cualquiera de nuestro mercado, como demuestra que los analistas le daban un 100% de recomendaciones de compra antes de que saltara el escándalo.
La discreta presidenta de la CNMV, Elvira Rodríguez, que esta misma semana tiene que decidir los criterios para el arbitraje de las preferentes, tiene trabajo. Pescanova ya le ha colocado varios goles por toda la escuadra desde que empezó el escándalo. Ya es hora de empezar a parar y de cumplir con el primer objetivo del supervisor: defender los intereses de los inversores.