La homilía del Santo Padre durante su primera Misa como Papa, que no ha leído, ha desgranado los tres movimietnos o los tres pilares sobre los que se tiene que asentar la Iglesia: caminar, edificar y confesar a Jesucristo. Todo ello, llevando la Cruz de Jesucrito: «Cuando construimos sin cruz, cuando confesamos a Cristo sin cruz, no somos discípulos del Señor, somos mundanos. Somos papas, somos cardenales, pero no somos discípulos».
-El Papa ha recordado: «Venid, caminemos en la luz del Señor. Esto es lo primero que Dios ha dicho a Abrahm, camina en mi presencia y sé irreprensible. Esta vida es un camino, y cuando nos paramos, la cosa no funciona, no va. Hay que caminar siempre, en presencia del Señor, a la luz del Señor, buscando siempre vivir con la irreprensibilidad que Dios le pide a Abraham en su promesa. Edificar es construir la Iglesia, la Iglesia se construye con piedras, con piedras consistentes, piedras vivas. Construir la Iglesia, la esposa de Cristo, sobre la piedra angular que es el Señor. El otro movimiento de la Iglesia es confesar. No podemos caminar, no podemos construir, si no confesamos sobre la fe de Jesucristo. Nos convertiremos en una ONG piadosa, pero no es la Iglesia, esposa del Señor. Cuando no se camina, se para. Cuando no se construye sobre la piedra, ocurre lo que a los niños en la playa cuando hacen castillos de arena: todo viene abajo, sin consistencia. Cuando no se confiesa a Jesucristo, quien no reza al Señor, reza al diablo. Cuando no se confiesa a Jesucristo, se confiesa la mundanidad del demonio. Caminar, edificar, construir, y confesar. Pero la cosa no es fácil. Son movimientos que nos echan para atrás, no hacen caminar para atrás.
– Y el Papa ha concluido su homilía, recordemos, no leída: «Yo querría que el Señor, después de estos días de gracia, nos conceda que tengamos el coraje, el ánimo de andar en presencia del Señor con la Cruz del Señor, de construir la Iglesia sobre la sangre del Señor que ha derramado desde la Cruz y confesar la única gloria: la de Cristo crucificado, y así la Iglesia irá adelante».
– El Evangelio es el mismo que se leyó después de que el cardenal Bergoglio aceptara ser Papa de la Iglesia, ayer 13 de marzo, tras la quinta votación dentro del cónclave, la lectira del Evangelio según San Mateo 16, 13-19, en la que Jesús instaura el primado de Pedro: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedar edificaré mi Iglesia».
– Antes de la lectura del Evangelio, no se escucha el Aleluya, pero suena la aclamación «tú eres Pedro» antes de la lectura del Evangelio. El Santo Padre se quita la mitra y toma el báculo, símbolos de gobierno y servicio de la Iglesia.
El Santo Padre Francisco ha comenzado ya la celebración de la Misa de fin de cónclave, la primera como Papa, en la Capilla Sixtina, en la que concelebran todos los cardenales electores y en la que también están presentes los cardenales no electores.
A diferencia de su predecesor, Benedicto XVI, el Papa Francisco está celebrando la Misa en un altar auxiliar, de cara a los fieles (los cardenales), y no en el altar de la Capilla Sixtina, de cara al fresco del Juicio Final de Miguel Ángel y de espaldas a los fieles, como era tradicional antes del Concilio Vaticano II.
Los cardenales y el Papa van revestidos de blanco porque es un día de fiesta, no de morado, propio del tiempo litúrgico de la Cuaresma que vive la Iglesia Católica. Por eso, también, se entona el canto del Gloria.