Habemus Papam. El primer papa jesuita y latinoamericano, argentino, de origen italiano emigrante: Francisco I. Ríos de tinta van a correr para interpretar la elección de estas características. Representa la fuerza del catolicismo fuera de Europa, la fuerza del nuevo continente, donde España y Portugal evangelizaron sus gentes; donde arraigó la fe en todos los niveles de población. Un continente con grandes diferencias sociales en su seno.
Sobre todas estas características se va a especular y mucho. El nombre de Francisco responde a dos tradiciones. La del santo fundador de los franciscanos, una orden con un carisma de paz, sencillez y pobreza. Y la de un santo de su orden jesuita, Francisco Javier, que evangelizó el continente asiático. Dos líneas de acción que han fecundado en el seno de la iglesia: la opción por los más necesitados y la vocación misionera.
El origen territorial también coincide con ellas. América es un lugar de pobreza y de misión- Sus problemas económicos son sociales. En los suburbios de sus ciudades la miseria se muestra en una de sus más duras imágenes. Mientras, en algunas recónditas zonas de su geografía aún no ha llegado la buena nueva del evangelio.
El estilo cambia, los valores permanecen
Sin embargo, todas estas especulaciones son circunstanciales. Quienes esperen grandes cambios de acuerdo con sus propias ideas están equivocados. Habrá cambios, pero siempre en la línea fundamental: profundizar en el mensaje de Cristo. El estilo corresponde a la forma personal de comportarse, los valores a las creencias básicas de la institución.
Los valores en la Iglesia tienen un nombre: el dogma. Aquellas verdades fundamentales definidas en los Concilios y por los Papas cuando hablan Ex cátedra. En eso el nuevo Papa, como todos, gobernará la Iglesia con mano firme.
En las instituciones los valores son los que mantienen su unidad y son garantes de su supervivencia. De hecho lo que justifica la separación de una persona de la institución es la disconformidad con los valores de la misma. En la Iglesia católica se llama excomunión. Cualquier pecado, por fuerte que sea se perdona con la confesión. Sin embargo, la herejía respecto al dogma, sin rectificación, es causa de separación del hereje de la comunión de los santos. Esa ha sido la historia de la Iglesia a lo largo de siglos. Aunque con dolor, Roma ha preferido siempre la separación de los que no comulgaban con el dogma a negociar con él.
Lo que no está reñido con los particulares comportamientos que corresponden al estilo personal. La imagen de Francisco I en el Vaticano el día de su elección ha sido de cercanía, de sencillez y de cálida comunicación con sus feligreses romanos, de los que es obispo, y de los demás fieles reunidos en la plaza de San Pedro. Es un estilo atrayente y, además, se va a poder expresar con facilidad en la lengua del 40% de los católicos, los que hablan en español. Eso si es un cambio de estilo.