Chelo es el ángel de la Navidad. Lo es en persona, cuando ya no es Chelo sino Charo. La misma que lloró sin consuelo al ver los anuncios, la misma que reconoce que el rodaje fue mágico y que en el corazón de todos anidaba la idea de que esa emoción iba a ser compartida por un país que necesita más que nunca ilusionarse con algo. «Esto es como Qué bello es vivir, que la ves todas las Navidades y emociona». Charo también emociona. Cuando habla, cuando gesticula… cuando grita ¡Nos va a tocar el gordo! Y ríe, no para de reír.
Una historia mágica
Los actores del anuncio más impactante del año han vivido una historia de cuento juntos y se nota. La historia del sueño de una mujer que nunca dejó de ponerse esa camiseta para dar el gordo… y que al final la dio, de ese hombre cansado de hacer caso a jefes sin alma, o la del chico que ve tras una barra el amor de su vida. O de esa pareja que vuelve a decirse sí quiero. No falta el amor a los que ya no están que tuvieron esperanza hasta el final, que compartieron no el dinero… sino la ilusión de un día poder gritar ¡gané el gordo!, o de esos padres que intentan dar todo lo que tienen a sus hijos y más.
Historias de la vida que como dice Charo llegan a la gente. Todos ellos son como una familia porque hablan el lenguaje común: Solo querían hacer el casting, echar su lotería para poder aparecer en el anuncio de la Navidad. Un sueño que creció al leer unos guiones emocionantes. Y un sueño que se hizo realidad cuando la cámara empezó a rodar.
Un sueño que ha tenido un final feliz al ver la reacción de las redes: «Nos felicitan en facebook y tuiter, nos dicen que estamos magníficos, estamos llenos de gozo», confiesan todos. Es como una película. Solo queda saber si el sueño de compartir el premio del Gordo se convierte en realidad. Todos llevan un décimo.