A estas horas, Mariano Rajoy y su equipo estarán dando palmas con las orejas. Silvio Berlusconi da dado un golpe de mano extraordinario retirando a sus cinco ministros y poniendo al Gobierno italiano al pie de los caballos. No se trata precisamente de una sorpresa, porque la decisión era hasta cierto punto previsible desde que se inició el debate para su expulsión del Senado. Miel sobre hojuelas para España, que este lunes cuando abran los mercados le habrá ganado a Italia otro asalto en la batalla por salir del objetivo de los especuladores.
Dicho de otra manera, el diferencial del bono alemán contra el italiano volverá a ampliarse desde los 267 puntos básicos actuales, la rentabilidad de los bonos transalpinos subirá e Italia se convertirá ya veremos por cuanto tiempo en el epicentro de la incertidumbre en Europa. ¿Qué más puede pedir España, cuyas empresas se están financiando a tipos mínimos históricos en los mercados, como el Tesoro, que estudia el lanzamiento de emisiones extraordinarias por sus largos plazos?
En cualquier caso, hay teorías para todos los gustos. Hay quien creen que la jugada maestra de Berlusconi perjudicará a toda la Europa periférica. Y puede que así sea durante unos días, pero no importa tanto que puntualmente crezca la prima de riesgo española como que España distancie más a Italia en términos de percepción de riesgo mucho más allá de los 10 puntos actuales. Es decir, que salgamos un poco más -o mucho más- del foco de los países incumplidores en detrimento de una Italia abocada a una crisis política casi permanente.
Para España, son buenas noticias. El país necesita a toda costa que se consolide la caída de la prima de riesgo que va a permitir el ahorro de miles de millones de euros en pago de intereses, y para ello no hay nada mejor que la estabilidad. Un valor del que España puede presumir en términos políticos e Italia no. Ahora, el constraste entre ambos países es tan grande que Italia tiene todas las de perder ante la inquisitorial mirada de los inversores internacionales.
En cuanto al efecto contagio de la situación italiana, hay que decir que la situación que atraviesa el país no es nueva. De hecho, los inversores europeos apenas habían reaccionado a las amenazas ahora ya cumplidas por Berlusconi, mucho más atentos a los grandes datos macro de las grandes economías mundiales y a las políticas monetarias de los bancos centrales.
A la espera de la repercusión real en la Eurozona de la crisis italiana, España pierde protagonismo en las quinielas de los agoreros. Buena cosa si se tiene en cuenta que como ha demostrado la subida de la prima la semana pasada hasta las puertas de los 260 puntos, el potencial bajista del diferencial a corto plazo está más que agotado. Cosa muy lógica si se si tiene en cuenta que 2013 arrancó en el entorno de los 400 puntos básicos.
Por lo tanto, la ayuda de Berlusconi no pueden llegar más a tiempo. El hombre al que Ángela Merkel descabezó para poner en su lugar al tecnócrata Mario Monti nos está haciendo un favor impagable. Todos los focos son para él y su país. Es el escenario más deseado para el Gobierno español, que por comparación empieza a convertirse en un país previsible. No es que se merezca el calificativo a la vista de los enormes desequilibrios económicos que aún presenta España, pero en la comparación sale ganando por goleada. De momento, al menos.