Desde la vuelta de vacaciones, la imagen de Anna Simón se ha vigilado con lupa. Las redes sociales alertan de su extrema delgadez y, aunque sus compañeras quieran quitarle hierro al asunto, lo cierto es que está visiblemente más delgada. Este drástico cambio físico, cuya evolución puede apreciarse en las redes de la colaboradora televisiva, reabre el debate sobre la anorexia en adultos, que es cada vez más común en mujeres entre los 30 y los 60 años de edad.
Hace cinco años, la mayoría de los enfermos de anorexia o bulimia tenían entre 18 y 25 años; sin embargo, en la actualidad el 62% tiene más de 28 años, según señala la Asociación contra la Anorexia y la Bulimia de Barcelona. Asimismo, la Asociación Psiquiátrica de América Latina (Apal) ratifica que no se trata de casos aislados y estima que el 85% de los afectados por anorexia son mayores de 18 años.
Los factores que desencadenan la anorexia y la bulimia según la directora de la Asociación contra la Anorexia y la Bulimia (ACAB), Marta Voltas, son: la maternidad, la presión para “ser eternamente joven e infinitamente delgada” y el paro.
La psicóloga Sandra Herrera, de la Universidad de Salamanca, añade que si bien las causas del trastorno a estas edades son diferentes que en la juventud, hay elementos que pueden influir desde entonces como “el rechazo en el hogar, la presión social, una baja autoestima y una elevada exigencia, que en la adultez se refuerzan con competitividad, hipersensibilidad a la crítica, una marcada necesidad de aceptación y problemas de autoimagen, que las deja expuestas a presiones externas”.
En general, la presión social, que impone la delgadez como sinónimo de belleza, provoca una relación enfermiza con la comida, letal en un 20% de los casos de anorexia crónicos. La inanición, el atracón y el vómito reiterado dañan los sistemas coronario y gastrointestinal, pueden causar osteoporosis y producen un importante deterioro de los dientes. Esto es más perjudicial cuanto mayor es la edad del paciente, ya que sus organismos, más envejecidos, van perdiendo su capacidad de recuperación. A esto hay que incluir el problema que supone que las familias no reciban información sobre su estado al ser los pacientes mayores de edad.
Carlos González Navajas, responsable de la Unidad de Trastornos Mentales de la Infancia, Adolescencia y Adulto Joven de la Clínica La Luz de Madrid asegura que en un 80-90% de los casos los enfermos se curan y pueden hacer una vida prácticamente normal aunque matiza que “la bulimia tiene ciertas características personales que acompañan al paciente durante toda su vida. Con la anorexia la tasa de curación también es alta, pero si es crónica las secuelas son mucho más graves”.