En el estudio se han evaluado las mejoras en movilidad de la columna y la seguridad y eficacia a largo plazo en el tratamiento. Esta enfermedad afecta, precisamente, a la columna y a las grandes articulaciones periféricas, entre las que se encuentra la cadera.
La incidencia de esta enfermedad autoinmune es del 1 por ciento a nivel mundial. Además, puede propiciar enfermedades inflamatorias de la piel, los ojos o lo intestinos. Los síntomas más evidentes son la formación de hueso nuevo en la columna, limitando así la movilidad. Si la enfermedad no está tan avanzada, sólo se produce dolor y rigidez en la zona lumbar y los glúteos.
El periodo de edad en el que más suele aparecer esta patología transcurre entre los 17 y los 35 años, siendo los hombres entre dos y tres veces más proclives a padecer la enfermedad. «Es una enfermedad potencialmente incapacitante, que puede quedar sin diagnosticar durante un máximo de 10 años, por lo que es importante que las personas con síntomas acudan a un reumatólogo pronto para iniciar el tratamiento adecuado», asegura la catedrática del Leiden University Medical Center, Désirée van der Heijde, haciendo una llamada a la prevención.
Durante el proceso de estudio los pacientes recibieron 40 miligramos de adalimumab cada 14 días o placebo durante 24 semanas, seguidos de una extensión abierta de un máximo de cinco años, durante los cuales se permitía a los pacientes llegar hasta una posología semanal. «Se mostró una mejora de los signos y síntomas de la enfermedad con adalimumab,» añadió van der Heijde.
El vicepresidente senior de Desarrollo e Investigación Farmacéutica Global de Abbott, el doctor John Leonard, se adhiere a la misma corriente de opinión y asegura que «el uso de adalimumab en personas con espondilitis anquilosante está autorizado desde 2006 y con el estudio de ATLAS, este medicamento se encuentra entre los primeros inhibidores del factor de necrosis tumoral en presentar datos de eficacia a cinco años», concluye.