Los telómeros -estructuras que protegen los extremos de los cromosomas- pueden ser una diana efectiva contra el cáncer. ¿Qué son?
Los años van pasando y nuestro organismo va poco a poco degenerándose y envejeciendo. Ese desgaste y envejecimiento que podemos ver, incluso sentir, en nuestro cuerpo, en nuestros tejidos, realmente ocurre a nivel de las células de nuestro organismo.
Las células del organismo tienen que renovar los tejidos y para ello se irán reproduciendo mediante un fenómeno llamado mitosis en el que la célula original se divide en dos células nuevas jóvenes. Estas células nuevas tendrán los mismos genes, es decir, el mismo material genético que la célula que les dio origen. Este material genético no es otro que nuestro ADN.
El ADN está localizado en el núcleo de nuestras células en unas estructuras denominadas cromosomas, y es en los cromosomas donde los científicos han pensado que puede encontrase el secreto de la eterna juventud.
El cromosoma esta compuesto de cuatro brazos y en los extremos de los brazos de los cromosomas existen unas estructuras que forman una especie de pequeñas antenas, que en realidad están formadas de una secuencia repetida de unas moléculas denominadas nucleótidos. Los nucleótidos son como las letras del abecedario que componen nuestros genes y que de su orden depende la diferente diversidad entre los individuos y también de ese orden depende la presencia de enfermedades de origen hereditario en los diferentes individuos.
Pero volvamos a las secuencias repetitivas que forman los telómeros. Al reproducirse las células, en cada división los cromosomas van perdiendo parte de esas secuencias repetidas en un fenómeno denominado acortamiento de los telómeros, lo que va envejeciendo a nuestras células convirtiéndoles en lo que se llama en términos científicos células senescentes. Estas células senecestes pierden su capacidad de dividirse y mueren. Por ello, es fundamental mantener una adecuada longitud de nuestros telómeros para la prolongación de la vida de nuestras células. De hecho, conociendo la longitud de nuestros telómeros podríamos teóricamente predecir de forma aproximada el tiempo de vida que le queda a nuestro organismo. Así si nuestros cromosomas tienen telómeros largos tenderemos una esperanza de vida mayor que si estos son cortos.
En el año 2009 tres investigadores, las Dras Elizabeth Blackburn y Carol Greider y el Dr Jack Szostak recibieron el premio Nobel de Medicina por el descubrimiento de una enzima reparadora de la longitud de los telomeros denominada telomerasa. Es decir, la telomerasa puede reparar la longitud de los telómeros manteniendo la vitalidad celular. ¿Es entonces la telomerasa el elixir futuro de la inmortalidad celular? Pues como todo en la ciencia tiene su lado positivo y negativo. El negativo de la actividad telomerasa puede también perpetuar células de forma indefinida facilitando la generación de tumores.
Es evidente que la ciencia avanza paso a paso y la especie humana con sus avances y adquisición de conocimientos ha ido prolongando nuestra esperanza de vida. Solamente tenemos que conocer el dato de que a finales del siglo XIX y principios del siglo XX la esperanza de vida era de alrededor de 40-50 años. Ahora en el mundo que conocemos como Occidental la esperanza de vida está en casi 85 años.
El descubrimiento de la importancia de los telómeros y de la telomerasa en el mantenimiento de la vida de las células es desde luego un avance importante en esta búsqueda de la perpetuidad. Cuando se encuentre la forma correcta de conseguir un equilibrio entre la actividad de la telomerasa, la longitud de los telómeros y la perpetuación de la vida de las células de forma no patológica, es posible que consigamos esa siempre tan deseada y buscada mayor longevidad.
No es infrecuente oir que la persona de mayor edad en el mundo suele encontrase en China. De hecho la persona considerada mas longeva en la historia es probablemente Li Cheng Yuen de quien se dice vivió 256 años según él “manteniendo un corazón tranquilo, sintiéndose como una tortuga, caminando ágilmente como una paloma y durmiendo como un perro”.
No es por lo tanto extraño que el pueblo Chino tenga entre sus deidades a Han Cungli, jefe de los ocho inmortales, buscador de la inmortalidad que descubrió el elixir de la vida mientras meditaba en las montañas. Dice la leyenda que unos alquimistas le regalaron una pastilla mágica dentro de una caja de jade para prolongar la vida. El jade en la cultura China significa perfección constancia e inmortalidad. Esa constancia es sin duda una cualidad de todos los científicos, aunque, de momento, la inmortalidad solamente pasa por mantenernos en la memoria de nuestros seres más queridos.