La obesidad, considerada por la Organización Mundial para la Salud, OMS, como la «epidemia del siglo XXI» afecta a más personas en el mundo que la desnutrición. Así lo advierte la ONU en un informe sobre salud y malnutrición que ha presentado este martes ante el Consejo de Derechos Humanos, en Ginebra.
El documento analiza los efectos perniciosos de la obesidad en la salud, ya que desencadena problemas de hipertensión, insuficiencia renal, puede provocar diabetes -una enfermedad prevalente-y patologías cardiovasculares y, además, eleva el riesgo de sufrir cáncer.
Alrededor de 1.000 millones de personas, el 20% de la población, tiene sobrepeso y cada año la obesidad cuesta la vida a 2,8 millones de ciudadanos en el mundo. Además, 300 millones de habitantes son obesos -España ocupa el puesto número 13, con un tasa superior al 15%. Mientras, el hambre afecta a 925 millones de personas, según la FAO. Es la primera vez que la ONU compara la dimensión de la obesidad con la desnutrición.
En el documento, cuyo autor es el experto en alimentación Olivier De Shutter, se indica que «el sobrepeso y la obesidad son dos fenómenos que provocan aún más muertes en el mundo que un peso inferior al normal».
Las muertes ocasionadas por el sobrepeso y la obesidad son consideradas por Naciones Unidas como «evitables», porque se atribuyen al «estilo de vida elegido». Según la ONU, este modelo se caracteriza por el mayor consumo de sal, azúcar y grasa, y por el descenso de la actividad física. La culpa de este sistema la tienen los estados y la industria agroalimentaria: «Hemos creado entornos generadores de obesidad y hemos diseñado sistemas que con frecuencia se oponen a estilos de vida sanos». Naciones Unidas advierte de que en Estados Unidos, el país con mayor tasa de obesidad, de casi el 40%, los niños tendrán menos esperanza de vida que sus padres.
La mala nutrición, por un exceso de aporte calórico, se relaciona con el cambio en la alimentación. La producción agrícola ha crecido de forma espectacular en los últimos 40 años, se ha fomentado el cultivo de cereales básicos y de la soja, y se ha incentivado la expansión de alimentos ricos en grasas y azúcares, en detrimento de frutas, verduras y legumbres, porque son más baratos.
El coste de los malos hábitos
El informe subraya que el problema de la obesidad empieza a extenderse en los países en desarrollo y economías emergentes. Se calcula que en 2030, unos 5,1 millones de personas morirán al año en países pobres antes de cumplir los 60 años, por culpa de este mal.
El sobrepeso afecta a la mitad de la población en 19 de los 34 países de la OCDE, el club de los más ricos del mundo. Esta «epidemia» tiene un coste para el sistema sanitario, precisamente porque genera problemas de salud con incidencia, como la diabetes. El aumento de la hipertensión o las enfermedades cardiacas provocarán una pérdida del 0,5% del PIB, como media.
Los efectos de una mala dieta son numerosos. Un consumo excesivo de sal y alcohol, combinado con la falta de ejercicio, aumenta la tensión arterial y eleva el riesgo de accidentes cerebrovascular, el ictus, y de ataques al corazón y problemas renales. Por otro lado, las dietas ricas en grasas saturadas aumentan el nivel de colesterol y, como consecuencia, se producen las patologías vasculares. Pero, además, eleva el riesgo de cáncer de pecho, colon y próstata.