Al menos 18 milicianos del oeste de Libia murieron hoy y más de 120 resultaron heridos en las primeras horas del asalto a los distritos 3 y 1 de la ciudad de Sirte, los únicos que aún quedan bajo el control de la rama libia del grupo yihadista Estado Islámico (EI).
El grueso de los combates, en los que participan cientos de milicianos con armas ligeras, unidades de artillería pesada situadas en los flancos este, oeste y sur de ambos barrios, fuerzas navales apostadas en la costa y aviones de combate de EEUU, se concentraron esta mañana local en torno a la escuela del distrito 1.
Allí, y en las inmediaciones del hospital de campaña levantado en la zona, los yihadistas hicieron estallar uno de los cinco coches bomba con los que trataron de frenar esta acometida, esperada desde hace más de una semana.
«La Alianza avanza en el distrito 1, cerca de la Escuela Central, en dirección al distrito 3. Hasta ahora el número de víctimas es de 18 mártires y más de 120 heridos», explicó a Efe uno de los responsables del centro médico.
Las milicias, en un 90 por ciento procedentes de la vecina ciudad de Misrata, tratan de expulsar a los yihadistas -calculados en unos 200- de un área urbana de unos 2 kilómetros cuadrados, densa en edificaciones y callejones estrechos, donde los francotiradores y los expertos en explosivos tienen ventaja.
Según dijeron a Efe responsables militares sobre el terreno, se espera que la operación dure «unos pocos días» y que los habitantes desplazados de Sirte puedan regresar a la ciudad antes de la celebración de la fiesta musulmana del sacrificio, prevista para septiembre.
Tres son los principales peligros a los que se enfrentan las milicias o katibas del oeste de Libia y que han retrasado el asalto a este puerto mediterráneo, bajo asedio de las tropas del oeste de Libia desde el pasado junio.
Uno de ellos es la pericia en el tiro de los que resisten, en su mayoría hombres procedentes de países del África subsahariana como Nigeria, Chad, Mali o Sudán, pero también del norte de África, en especial egipcios, argelinos y, sobre todo, tunecinos.
Otro es la cantidad de trampas que estos radicales, que son expertos combatientes, han colocado a su alrededor, sobre todo bombas artesanales y coches con explosivos.
Y, por último, lo intrincado del área a conquistar, una zona urbana densa en casas y callejones estrechos de unos dos kilómetros cuadrados en la que de momento los francotiradores tienen ventaja.
Además, está el problema de los civiles, en su mayoría mujeres y niños de las familias de los yihadistas, pero al parecer también algunos habitantes locales que estarían retenidos por los radicales contra su voluntad.
La rama libia del EI conquistó Sirte en febrero de 2015, aprovechando la disputa política entre los gobiernos del este y el oeste del país.
Hasta junio de este año, instalaron un sistema de gobierno a semejanza de califato en Siria e Irak basado en el terror, pero también en la oferta de seguridad e infraestructuras a una población abandonada.
En mayo, y después de que amenazaran públicamente con avanzar a Misrata, la poderosas milicias de esta ciudad -la tercera en importancia del país- se unieron a otras del oeste de Libia para liberar este puerto del Mediterráneo, en el que nació y durante la revolución de 2011 murió apaleado el dictador Muamar al Gadafi.