Íñigo Méndez de Vigo compagina la cartera de Educación con la portavocía del Gobierno que, hasta el 4 de noviembre, estaba en manos de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. La imponente autoridad de la vicepresidenta deja paso al talante conciliador y actitud dialogante del ministro.
Albert Sagarra, asesor en comunicación política, explica que “la forma en la que Rajoy ha conseguido la investidura y los 137 escaños de los que dispone en el Congreso van a moldear un Gobierno más conciliador que el anterior. Eso va a obligar al nuevo gobierno a mostrar una política comunicativa distinta a la llevada a cabo hasta la fecha. Por este motivo, la continuidad de Soraya como portavoz del Gobierno hubiese mostrado una imagen pública de continuidad, tanto en las formas como en el fondo. El cambio en el titular de la portavocía del Gobierno responde a la voluntad de Rajoy de mostrarse menos distante y autoritario con la oposición y los medios de comunicación”.
Según A. Mehrabian, psicólogo especializado en comunicación no verbal, en el proceso comunicativo el 7% de la información se le atribuye a la palabra, el 38% a la voz y el 55% al lenguaje corporal. Así, la entonación, los gestos, la postura y hasta el movimiento de los ojos, forman parte de nuestro lenguaje corporal.
Soraya, como portavoz, se expresaba generalmente con un elevado tono de voz, incluso amenazador, que acompañaba con gestos de reproche apuntando repetidamente con el dedo. Por su parte, el consultor político Xavier Orozco destaca que Méndez de Vigo “da la sensación de querer mostrarse como un hombre franco, próximo, que quiere manifestar cordialidad, empatía, sin la altivez que a veces tenía la vicepresidenta”.
Asimismo, “Soraya Sáenz de Santamaría transmite un nivel de autoridad inusitado para su apariencia. El coeficiente de autoridad de un presentador viene dado por la fórmula (Altura x Anchura de Hombros) + (Sonrisa x Mirada), multiplicado por 1,3 si eres hombre. Su coeficiente de autoridad a simple vista debe de estar alrededor de 5,5. Cuando se pone delante de un micrófono, sube hasta 9,5”, destaca Javier Bernad, experto en hablar en público.
Su actitud, más desafiante que la del ministro, se equilibra con una expresión corporal aparentemente cómoda, segura, despreocupada, pero autoritaria. Sin embargo, los expertos coinciden en que Méndez de Vigo cuenta con muecas que hacen pensar que cuando se le saque de su zona de confort se le va a notar, mostrándose más incómodo que su antecesora en sus comunicaciones.
Albert Sagarra, destaca lo siguiente de ambos portavoces:
Soraya Sáenz de Santamaría
• Habilidad para responder.
• Poca o mala utilización de los silencios en su discurso.
• Ironía y sarcasmo como arma de comunicación política.
• Imagen de rigidez.
• Transmite una imagen de autoridad que se confirma con su articulación verbal. Mostraba menos empatía con los periodistas pues le costaba mirar de frente al periodista que le había realizado a pregunta.
• Tono poco distendido y demasiado seria.
Íñigo Méndez de Vigo
• Aún es pronto para valorar todo su repertorio de habilidades comunicativas necesarias para ser el portavoz del Gobierno.
• De momento muestra una cara amable y de proximidad con los periodistas.
• Carácter distendido y con mucha experiencia en el ámbito de la negociación, muchas habilidades de las cuales son necesarias para comunicar.
• No parece que el nuevo cargo le vaya en grande, pues muestra autoconfianza, y reflexión.
• Su tono de voz grave y su articulación verbal transmiten seguridad y templanza.
• Es muy consciente del encargo que le ha hecho Rajoy para ser la cara visible de la concordia del nuevo Gobierno.
• Es conciso, claro y más directo que Soraya. Parece que no pretenda marear la perdiz.
• Su origen familiar y su perspectiva respecto Cataluña pueden jugarle alguna mala pasada en futuras intervenciones públicas.
• Hubiese sido un buen gesto de concordia acorde con su discurso no haber dejado a los periodistas con la mano alzada para hacer preguntas.