A un día de la investidura de Amiy Ahmed como nuevo primer ministro de Etiopía, en la población crece la esperanza de que el nuevo líder traiga paz tras semanas -y años- de protestas violentas constantes, que fueron la principal causa de la dimisión de su antecesor, Hailemariam Desalegn, el 15 de febrero.
Abiy, un joven, carismático y popular líder procedente de una de las regiones conflictivas de Etiopía, Oromia, se convertirá mañana en el tercer primer ministro del país desde la caída en 1991 del gobierno comunista, que fue derrocado por la que más tarde se convirtió en coalición gobernante, el Frente Democrático Revolucionario Etíope (EPRDF).
La ceremonia de investidura tendrá lugar en el Parlamento en la capital, Adís Abeba.
Con 41 años, Abiy es probablemente el político con más estudios de Etiopía, y cuenta en su currículum con un doctorado en Filosofía, la participación como militar en misiones internacionales de paz y la creación de la Agencia de Seguridad de Redes de Información (INSA), servicio de espionaje del país africano.
También fue nombrado ministro de Ciencia y Tecnología en 2015.
Casado y con tres hijas, Ahmed creció en Agaro, un área rica en recursos naturales y café -el producto estrella de la exportación etíope- de la región de Oromia (suroeste), donde vive el grupo étnico más grande del país, los oromos.
El hecho de que hable tanto oromo como las otras dos grandes lenguas, el amhárico y el trigriña, es visto como una buena señal de una posible -y anhelada- unidad nacional.
A lo que se suma sus raíces multiculturales al haber crecido con una madre amhara de religión cristiana ortodoxa y un padre oromo musulmán.
Fue elegido pocos días después de la dimisión de Desalegn como líder de uno de las cuatro formaciones regionales que integran el EPRDF, el Partido Democrático del Pueblo Oromo (OPDO), pues al ser diputado en el Parlamento -requerimiento constitucional para ser primer ministro-, le ponía en la carrera para la sucesión.
El pasado martes, el Congreso del EPRDF le eligió como nuevo líder con una amplia mayoría frente a los otros dos candidatos: Shiferaw Shigutie del Movimiento Democrático de los Pueblos del Sur de Etiopía (SPDM) -el partido de Desalegn- y Debretsion G. Michael del dominante Frente de Liberación del Pueblo Tigray (TPLF).
La cuarta formación, el Movimiento Democrático Nacional Amhara (ANDM), no presentó candidato, lo que se vio como una posible alianza entre los representantes de las dos zonas más conflictivas del país.
De hecho, el líder del ANDM, Demeke Mekonnen, que alegó que no se presentó para dejar paso «a sangre nueva», seguirá como viceprimer ministro cuando Ahmed jure cargo.
A partir de mañana, Ahmed tendrá que afrontar la situación de inseguridad que traspasa el país y decidir sobre el estado de emergencia, decretado por Desalegn el día después de anunciar su dimisión y criticado por ONG y países como EEUU.
En los menos de dos meses que lleva en vigor este estado de emergencia, las fuerzas de seguridad de Etiopía han detenido a 1.107 personas, sobre todo en la región de Oromia, donde más de 10.000 habitantes han huido en las últimas semanas a Kenia por los ataques de las fuerzas de seguridad que han acabado con la vida de una decena de civiles.
Es la segunda vez en dos años que el Gobierno de Desalegn, que sucedió en agosto de 2012 al fallecido Meles Zenawi como primer ministro, dictaba la ley marcial.
El Gobierno levantó, el pasado agosto, el estado de excepción dictado por primera vez el 2 de octubre de 2016 a causa de protestas antigubernamentales que acabaron al menos 800 personas muertas -según Amnistía Internacional- y más de 20.000 detenidos.
El poder Ejecutivo en Etiopía recae casi por completo en el primer ministro, ya que la Presidencia, que ostenta Mulatu Teshome desde octubre de 2013, es un cargo de marcado carácter simbólico y honorífico.