Unas cien mil personas han vuelto a la ciudad de Al Raqa (norte de Siria) desde que fue liberada del Estado Islámico (EI) y sobreviven en condiciones deplorables y con el peligro constante de miles de artefactos explosivos no detonados.
Esa es la evaluación que hicieron un grupo de 25 expertos de la ONU que pudieron entrar el pasado 1 de abril en la ciudad siria y hacer un evaluación de las condiciones allí.
Lo primero que les sorprendió es que ya han retornado cien mil personas a pesar de que no hay ningún servicio para recibirlas y que el 70 por ciento de los edificios están totalmente destruidos, explicó hoy en rueda de prensa el coordinador de la ayuda para las áreas sitiadas en Siria, Jan Egeland.
«Los que fueron son expertos con muchos años a sus espaldas y muchos dijeron que nunca antes habían visto una ciudad tan devastada, más que Alepo u Homs», indicó Egeland.
Agregó que hay una preocupación especial con respecto a los artefactos explosivos no detonados dejados por los bombardeos de la coalición internacional en su campaña para liberar Al Raqa y trampas explosivas dejadas por los yihadistas.
«Los civiles todavía mueren o pierden partes de su cuerpo a causa de estos explosivos», denunció Egeland.
«¿Era necesario destruir totalmente una ciudad para liberar la ciudad?», se preguntó.
Insistió además, que la mayoría de los servicios públicos son inexistentes o están severamente limitados, puesto que no hay electricidad, ni agua corriente, «solo hay un hospital privado funcionando, no hay policía patrullando y no hay administración pública», precisó.
«Esto tiene que controlarse porque hay otras 100.000 personas en los alrededores de Raqa queriendo retornar», agregó.
Por otra parte, Egeland se refirió a la situación en Guta Oriental, de donde en las últimas semanas salieron 130.000 de las 400.000 personas que habían sufrido el asedio de las fuerzas del régimen durante varios años.
Adicionalmente, entre 82.000 y a 150.000 personas están aun en la zona de Duma bajo el control del grupo Ejército del Islam, y el resto permanecieron en zonas que ahora están controladas por el régimen.
Con respecto a la provincia de Idlib, Egeland dijo que acoge a más de un millón y medio de desplazados.
«Si fuera un solo campo sería el mayor del mundo», y enfatizó que a pesar de las operaciones de ONGs y de la ONU para ayudar a los desplazados con asistencia proveniente de Turquía, las necesidades aún son «enormes».
Finalmente, lamentó que a pesar de que ya ha pasado el primer cuarto del año, los fondos para financiar las operaciones de la ONU en Siria no llegan, y que hasta la fecha sólo se ha recibido un 7,6 % de los 3.510 millones de dólares solicitados.