Un beso de su esposa mientras se dirigía a sus simpatizantes desde la estatua del prócer cubano José Martí dio paso a un gran séquito que acompañó al opositor y hasta hoy prófugo Leopoldo López en su entrega a la justicia en un acto que puso patas arriba la capital venezolana durante todo el día.
Poco después del mediodía, López apareció en el lugar al que convocó días atrás a sus seguidores, acompañado de su familia y su equipo del partido Voluntad Popular (VP), abriéndose paso entre las miles de personas que se agolpaban en una importante vía capitalina soportando un sol inclemente.
López era buscado por la justicia venezolana como supuesto responsable de los incidentes y actos de violencia que se han desarrollado en el país en la última semana y que han dejado tres muertos, decenas de heridos y detenidos y cantidad de daños materiales.
Desde la estatua del prócer cubano, José Martí, López dijo que si su entrada en prisión vale para «despertar a un pueblo (…) y que la mayoría de los venezolanos que queremos cambio podamos construir ese cambio en paz y en democracia, entonces vale este encarcelamiento infame», indicó, acusando al presidente, Nicolás Maduro.
López alzó a uno de sus hijos, se despidió con un beso de su esposa, Lilian Tintori, y se encaminó a superar el primero de los piquetes de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) a escasos metros, con una bandera de Venezuela y rodeado de un enjambre de reporteros gráficos.
Después de un fuerte forcejeo consiguió superarlo no sin empujones y caídas, entre manifestantes y unas fuerzas de seguridad que interponían piquetes que, al verse superadas, eran retiradas con prontitud y sin mayores problemas.
López entró en la plaza Brión, teórico inicio de la marcha, después de superar otra línea de defensa policial entre aplausos.
Se dirigió hacia la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y la policía militarizada lo detuvo y metió en uno de sus furgones blindados mientras sus simpatizantes rodearon el vehículo pidiendo a gritos que lo soltaran.
En medio de una gran confusión el mismo López, desde el interior del vehículo, solicitó a la gente que facilitase al equipo de la GNB salir de allí con él y pidió a sus seguidores que no cayeran en la violencia.
Pasados más de 30 minutos, el blindado pudo comenzar su recorrido con rumbo desconocido, según algunos hacia la sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin) ubicado en la céntrica Plaza Venezuela, y otros con rumbo directo a los tribunales.
A partir de este momento comenzó un juego del gato y el ratón: los cuerpos de seguridad trataban de dirigirse a alguna de las principales calles de la zona para despejar el camino mientras los manifestantes se empeñaban en impedírselo.
Durante más de dos horas se prolongó esta situación, hasta que en un cambio de vehículo, López dirigió unas palabras a sus seguidores en busca de una solución, en medio de la algarabía generalizada.
A pesar de los esfuerzos de los simpatizantes, los vehículos pudieron salir en dirección a la base aérea de La Carlota, en el centro de Caracas, donde ingresaron al caer la tarde. Sus seguidores se dirigieron también a la base colapsando la principal autopista capitalina.
Horas después, una fuente de VP indicó a Efe que Leopoldo López fue presentado a la jueza del tribunal 16 y confirmó los cargos de la orden de detención, entre ellos, los de homicidio y terrorismo.