La escritora canadiense Louise Penny, una de las damas negras del género con su serie del inspector Armand Gamache, ha asegurado hoy en Barcelona que no escribe sobre «asesinos en serie, sino sobre seres humanos que llegan al extremo».
Penny, periodista y escritora anglófona que vive en una pequeña población de la francófona Quebec, se encuentra en Barcelona con motivo del festival BCNegra y en una entrevista a Efe ha dicho que «lo importante no es tanto el crimen como lo que lo rodea y que el lector, si no perdonar, llegue a entender cómo ha sucedido ese asesinato».
La autora tiene muy presente la cita de una monja estadounidense que trabaja en el corredor de la muerte, que le ha marcado: «Nadie es tan malvado como el peor de los actos que ha cometido».
De hecho, reconoce: «El tema del perdón está muy presente en mis libros. Es algo importante para nosotros mismos, porque cuánto tiempo puedes seguir manteniendo un odio visceral. Perdonar no lo hacemos por los demás, sino por nosotros».
Periodista antes que escritora, Penny ha escrito ya trece novelas de Gamache, de las cuales se han publicado en España la primera, «Naturaleza muerta» (Factoría de ideas), y posteriormente Salamandra ha editado, a partir de la quinta, «Una revelación brutal», «Enterrad a los muertos», «El juego de la luz» y «Un bello misterio».
La mayoría de sus libros, señala Penny, están ubicados en Three Pines, un tranquilo pueblecito de las afueras de Montreal, que «al ser tan pequeño no puede ser escenario» de todas sus novelas, y por esta razón cada dos libros lleva a su personajes a otro lugar, como en «Un bello misterio», que está ambientando en el imaginario Monasterio de Saint-Gilbert-Entre-les-Loups.
En ese monasterio dos docenas de monjes de clausura viven entregados a la contemplación, cultivan un huerto, recogen los frutos del bosque, son autosuficientes y, sobre todo, cantan.
Crimen y monasterio, ese binomio que rápidamente hace resonar el título «El nombre de la rosa» y su autor Umberto Eco, proporcionan a Penny interesantes elementos argumentales: «Un lugar cerrado, una buena ubicación a orillas de un lago rodeado de bosques, una vida de aislamiento, casos de abusos sexuales y, sobre todo, la música, el motor de esta novela, ya que se produce una aparente contradicción entre una comunidad de clausura y el canto gregoriano que los ha hecho célebres en todo el mundo».
A su juicio, un monasterio es atractivo para el escritor por ser «un entorno hermético, como lo puede ser un colegio o el ejército, en el que rápidamente entran en juego los egos».
Considera la escritora canadiense que su libro «habla más sobre la vida que sobre la muerte, y se mueve entre la imagen pública que proyectamos y los pensamientos íntimos, en esa tensión entre el canto gregoriano y la popularidad, entre seguir con su hermetismo o compartir ese arte con todos».
«Gamache se inspira en mi marido, Michael Whitehead, jefe de hematología en el Hospital de Niños de Montreal -fallecido en 2016-, que trabajaba habitualmente con niños con cáncer y tenía que pasar noches enteras con niños a punto de morir», explica emocionada Penny.
Su marido, continúa, era en casa «la persona más feliz del mundo, porque había decidido aprender de esos niños, del regalo que supone la vida», y ella decidió «infundir esa alegría de vivir a Gamache, un policía que también estaba acostumbrado a convivir con la muerte».
Ante graves trastornos vitales, subraya la autora, nos planteamos una «encrucijada o nos encabronamos o mostramos compasión y Gamache optó por la compasión».
En ese sentido, puntualiza, su Gamache se aleja de «esos policías amargados» y aparece ante los lectores como «una buena persona al que le cuesta serlo, porque la vida no es binaria, que lucha por hacer lo correcto y eso le de una confianza en sí mismo como para admitir sus errores y dudar de sí mismo».
No tiene claro Penny si esa forma de ser de Gamache está en la genética de los canadienses: «En Canadá tendemos más a la izquierda, creemos en la red social; por tanto, es probable que el personaje respire esa psique canadiense» y, en cualquier caso, sí tiene claro que las novelas reflejan sus creencias, porque la escritora se siente «muy espiritual».
Penny concibe sus novelas de Gamache como «una serie larga» y la contempla como «una única historia, en la que cada libro es un capítulo». Sin embargo, «cada novela está escrita de modo que pueda atrapar a nuevos lectores», pero, advierte, «la experiencia será más rica si tienes una visión más completa».
Desde un punto de vista humano y literario, encuentra interesante «pertenecer a una minoría, la anglófona, en un estado mayoritariamente francófono, Quebec, que, a su vez, se siente una minoría en el conjunto de Canadá», una riqueza cultural que da «mucho dinamismo a la comunidad», apunta Penny.
Ella, «aunque no votaría a favor de la independencia de Quebec», sí entiende sus aspiraciones.