El secretismo que rodea la enfermedad del dirigente venezolano recuerda el caso de Fidel Castro en 2006. ¿También seguirá viviendo Chávez dentro de seis años?
“Vicepresidente asegura que Chávez salió `fino´”, reza el titular de un diario venezolano para referirse al éxito de la intervención quirúrgica a la que se ha sometido en Cuba. Desconozco si en venezolano será igual, pero en castellano castizo ese mismo término puede tener una connotación poco esperanzadora para el actual presidente y, no lo olvidemos, candidato a la reelección en octubre de este mismo año.
Los sondeos indican que Chávez cuenta todavía con el apoyo de una mayoría de los venezolanos, pero la situación podría cambiar mucho en los siete meses que faltan para los comicios. Al desgaste de los trece años que lleva en el poder se añade que un sector de la población que confió en él se siente engañado por la falta de resultados tangibles y, sobre todo, el hecho de que la oposición vaya a presentarse por primera vez unida en torno a un mismo candidato, Henrique Capriles, con una imagen mucho más joven y prometedora que la del enfermo Chávez.
Soplan malos vientos para la continuidad en el poder del militar golpista reconvertido en político arrollador y hasta sus más cercanos colaboradores saben que sin Chávez el chavismo no tiene ningún futuro. Por eso es importante para ellos mantener hasta el final un halo de secretismo similar al que las autoridades cubanas construyeron en torno a Fidel Castro en 2006 a fin de evitar que el régimen llegara a acusar la posible ausencia del carismático líder.
La enfermedad de Castro fue “secreto de Estado”
Durante el otoño de aquel año y casi todo el siguiente por las redacciones de todos los medios de comunicación del mundo circularon rumores y presuntas certezas acerca de la inminente desaparición de Castro. Un médico y disidente cubano llegó a decirme entonces que colegas suyos de la isla estaban convencidos que un hombre de su edad no resistiría más de dos años el supuesto cáncer de colon que había provocado la hemorragia intestinal que le apartó del poder. Muchos exiliados de la pequeña Habana de Miami celebraron fiestas mientras hacían las maletas con la mirada puesta en el ansiado retorno.
Pero el Gobierno cubano impuso un hermetismo posible solamente en regímenes de ese cariz y ni siquiera tuvo la necesidad de desmentir lo que consideraba insidias. La enfermedad de Castro fue decretada “secreto de Estado” y, para demostrar que el Comandante mantenía el control de la situación, llegaron a decir que el propio paciente discutía con los doctores el tratamiento más apropiado para curar su mal.
El tiempo les dio la razón y, casi seis años después, el castrismo sobrevive gracias a tres circunstancias incuestionables: el líder cedió el poder a su propio hermano, el Partido Comunista de Cuba es una organización sólida y, sobre todo, a sus casi 86 años, Fidel continúa vivo e incluso se permite el lujo de preparar su encuentro con el Papa dentro de unas pocas semanas.
A Chávez le queda un año y medio de vida, según Wikileaks
Visto lo ocurrido en Cuba, ¿a quién hemos de creer? Uno de los cables de la última filtración de documentos publicada por Wikileaks insiste en que los médicos que atendieron a Chávez el verano pasado le dieron dos años de vida. Y también es cierto que el propio mandatario reconoció en su día que padecía cáncer. Pero en la misma línea de lo ocurrido con Castro, la información sobre su tercera operación en Cuba es imprecisa y no se habla de tumor, sino de lesión.
Que sea una cosa o la otra, lo que les importa a los venezolanos es si Chávez será capaz de llevar a cabo una campaña electoral digna de su ímpetu habitual ante un candidato creíble y en un momento especialmente complicado. De momento, ni siquiera ha cedido el timón del país, algo que sí hizo Castro al poco tiempo de caer enfermo.
El entorno político y mediático que rodea a Chávez confía en que vuelva de Cuba con la fuerza suficiente para afrontar esa campaña y consiga mantener el poder a partir de octubre. Son conscientes de que su presencia física es la única garantía de continuidad. No tiene un sucesor claro y capaz de sustituirle y el Partido Socialista Unido de Venezuela que lidera está sumido en el caos. Sin él, antes o después de las elecciones, lo más probable es que Venezuela cambie de color político después de trece años de Chavismo.