El próximo 25 de mayo 500 millones de europeos están llamados a las urnas para designar el próximo Parlamento Europeo, que por primera vez contará con un presidente elegido por el propio parlamento y no por la Comisión Europea. La tendencia de los últimos años dice que los españoles nos sentimos poco inclinados a votar en estas elecciones y la estimación vuelve a quedar por debajo del 50%, como ya ocurrió en 2009. “Podríamos pensar que la mayor visibilidad de los candidatos va a mover hacia una mayor movilización, pero no es así. Las previsiones anuncian una abstención muy similar a la de las elecciones pasadas de 2009. Creo que los españoles seguimos viendo a Europa como algo lejano y los partidos siguen empleando Europa como un arma de confrontación política, sin que exista un auténtico discurso europeo de nuestros representantes”, asegura el director del Master de Comunicación Política y Corporativa de la Universidad de Navarra, Jordi Martínez Virgili.
En efecto, existen dos indicadores que hacen pensar que la participación no va a ser muy superior a la de otros años, por un lado la abstención de castigo, debido a la desafección de España hacia los políticos a cuenta de la crisis y los recortes y por otro, la distancia de los españoles hacia las instituciones europeas y hacia la propia idea europeísta. Según datos del barómetro de Metroscopia, el porcentaje de españoles que se sienten ciudadanos europeos ha descendido doce puntos y si en 2009 era del 69%, a día de hoy sólo el 57% se siente europeo, pese a que el 65% sigue pensando que la UE es beneficiosa para España, un dato que también ha bajado quince puntos puesto que en 2009, el 80% tenía ese convencimiento.
Sin embargo, las elecciones de mayo son una cita importante para los españoles y no sólo como ensayo general antes de las municipales y las próximas elecciones generales. Las elecciones europeas decidirán cuestiones tan importantes como la política económica de los estados miembros, la unión bancaria o la mutualidad de la deuda, esto es, los famosos eurobonos. No obstante, como sabemos que existe cierta desafección en el votante español, proponemos diez razones por las que es importante acudir a las urnas el próximo 25 de mayo:
1. Porque cada vez más, las decisiones que afectan a los españoles se toman en Bruselas y no en Madrid. Lo hemos visto durante la crisis, cuando buena parte de las decisiones en materia económica y social llegaban desde Europa. Entonces vimos que la capacidad de decidir de los países era francamente limitada y reclamábamos poder influir en nuestras políticas. En estas elecciones tenemos realmente la oportunidad de hacerlo.
2. Las elecciones europeas van a decidir, por primera vez, el nombre del presidente del Parlamento. Si hasta ahora era el Consejo Europeo, esto es, los jefes de estado y de Gobierno de los países miembros, los que escogían al presidente de la Comisión Europea, a partir de estas elecciones los ciudadanos van a tener una influencia casi directa en su elección. Además, los ciudadanos ya no sólo votan a unas siglas, sino que tienen la oportunidad de votar por una persona concreta, con un ideario y un programa determinado. Un candidato que ya está previamente designado por los principales partidos. En definitiva, lo que vamos a decidir en estas elecciones es quién va a gobernar en Europa los próximos cinco años.
3. El presidente de la Comisión Europea no tendrá una potestad ejecutiva comparable a la que gozan los presidentes del Gobierno de los países miembros, pero su personalidad va a tener una gran influencia en las políticas que se adopten desde Europa, toda vez que este presidente va a tener además una mayoría de su color en el Parlamento Europeo. Esta alianza entre presidente de la Comisión y Parlamento Europeo va a tener una gran repercusión en la política europea y va a afectar sin duda y mucho, a los ciudadanos europeos.
4. Porque el Parlamento Europeo ha ganado competencias tras el Tratado de Lisboa y se ha convertido en un órgano de toma de decisiones, al menos compartidas con el Consejo Europeo, de modo que al elegir a sus miembros estamos decidiendo la dirección o la inclinación política de la principal institución europea. Entre otras cosas, el Parlamento tendrá voz propia en la elaboración de los presupuestos que decidirán, entre otras cosas, las ayudas que llegan a los distintos sectores productivos susceptibles de recibirlas, así como otras decisiones políticas que antes resolvía de forma individual el Consejo Europeo. Además, el Parlamento incrementará su labor de control sobre la Comisión.
5. Porque se van a dirimir asuntos que nos interesan directamente, como la cuestión fronteriza y la presión migratoria, que países como España o Italia vivimos directamente. La Unión Europea tiene un papel relevante en temas fronterizos y de control de la inmigración y lo tendrá aún más en el futuro. El enfoque de estas políticas puede variar según se apueste por un partido socialdemócrata o por uno de corte más conservador o liberal.
6. Porque entre las propuestas legislativas que aún están sobre la mesa del Parlamento se incluyen cuestiones como el mecanismo único de resolución bancaria, la unión bancaria, la garantía de depósitos bancarios, el paquete de las telecomunicaciones, las inspecciones de salud animal y alimentaria, los derechos de los trabajadores desplazados, la protección de datos, la seguridad de los productos, los servicios portuarios, el paquete ferroviario y las normas del ‘cielo único’ europeo. Asimismo, el Parlamento todavía tiene que votar los textos finales sobre sanciones penales por manipulación de mercado, las emisiones de CO2 de los coches, la directiva sobre los mercados de instrumentos financieros y la directiva del tabaco, entre otros. Los informes sobre la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y FMI) y los programas de vigilancia de la Agencia Nacional de Seguridad de EEUU también estarán en la agenda del Parlamento de los próximos meses.
7. Porque los partidos españoles merecen un voto de apoyo o de castigo que les sirva para evaluar su actuación en estos dos años largos de legislatura – desde las generales de noviembre de 2011 –. En este sentido, los socialistas desean frenar su caída en picado con una victoria que los posicione de cara a las municipales, mientras que los populares desean que los votantes refrenden su gestión, para lo cual les bastaría con una victoria mínima, dado el desgaste lógico del ejercicio de Gobierno. Si tal y como esperan, los datos económicos van respondiendo, podrán empezar a dar buenas noticias en el tramo final de la legislatura en forma de bajadas de impuestos, creación de empleo, etc… Según la encuesta de Metroscopia, el PSOE sigue por delante en intención de voto y ya le saca más de tres puntos de ventaja al PP para llegar al 29%. El PP se quedaría en el 25,7%, lo mismo que la suma de IU (14%) y UPyD (8,5%), que romperían de algún modo el bipartidismo imperante.
8. Porque las opciones eurófobas están creciendo y pueden formar una fuerza importante en el Parlamento. Esto es perfectamente legítimo pero no dejaría de ser preocupante que los partidos que quieren menos Europa se alzasen como una de sus principales fuerzas políticas. Además, habría que tener en cuenta que muchas de estas fuerzas eurófobas están representadas por partidos de ultraderecha como la Alianza Europea de Movimientos Nacionales, que aglutina partidos como el Frente Popular, aunque también los hay escorados a la izquierda, como el Partido Pirata. Esto hace más necesaria que nunca la respuesta de los ciudadanos que creen en Europa y que deben servir como cortafuegos de estos movimientos, aunque no estén muy presentes en España. Es normal que haya divergencias sobre el modelo de Europa que cada uno quiere, pero habría que dejar claro de partida si queremos o no queremos Europa.
9. Porque estas elecciones son el comienzo de una tendencia que evolucionará hacia un mayor espacio político europeo. Porque caminamos hacia un futuro en el cual el Gobierno europeo se parecerá cada vez más a un Gobierno nacional y acabaremos conociendo a los candidatos futuros como hoy conocemos a nuestros presidentes regionales y al presidente del Gobierno español. Y porque a pesar de esto, las elecciones europeas respetan las tradiciones electorales de cada Estado miembro. Por ejemplo, cada país decide si utiliza un sistema de listas abiertas o cerradas o un umbral específico, siempre que éste no sea superior al 5 por ciento.
10. Debemos votar porque el voto es un derecho conquistado, pero también un deber, al menos un deber cívico. Es una oportunidad de expresarnos en democracia y en democracia es preferible el voto en blanco a la abstención, puesto que el voto define un comportamiento individual, en cierto modo, un desencanto meditado, mientras que la abstención es indefinible y sólo se puede interpretar dentro de la totalidad de abstenciones en función de su cantidad. Además, de acuerdo con el respeto a las normas tradicionales de cada país, el voto es un deber y no sólo un derecho en Bélgica, Chipre, Grecia y Luxemburgo, donde es obligatorio.