A los pocos días de la masacre de Munich, en la que perdieron la vida 11 atletas de Israel a manos de terroristas palestinos del grupo Septiembre Negro, la primera ministra israelí Golda Meir ordenó en secreto al Mossad que pusiera en marcha la operación para asesinar a todos los responsables de planificar y ejecutar el atentado.
Golda Meir supervisó personalmente las docenas de operaciones contra los sospechosos al frente del llamado Gabinete X, extendiendo la caza de los responsables terroristas a ciudades de Europa y Oriente Medio.
La operación Cólera de Dios también conocida como Bayoneta, fue encomenada a un equipo de ataque especial, que constaba de menos de 20 miembros, denominado Kidon (bayoneta, en hebreo).
En un famoso y polémico documental emitido por la BBC, se detalló cómo, seis semanas después de los atentados de Múnich, los agentes israelíes del Kidón fueron enviados a Roma para su primer trabajo en el que murió un sospechoso de estar tras los atentados.
Tras culminar su misión en Roma, los agentes se trasladaron a Francia, donde un grupo de agentes del Mossad entraron de incógnito en el apartamento de Mohammed al-Hamshari, un destacado activista de la OLP, en el centro de París.
Una vez dentro de la casa, colocaron un explosivo debajo de la mesa del teléfono. Cuando Hamshari regresó a casa, el equipo del Mossad le llamó, e inmediatamente después de que colgase el teléfono voló por la explosión del artefacto.
Se conocen pocos detalles de la mayoría de operaciones de eliminación que se llevaron a cabo dentro del operativo Cólera de Dios, pero de las conocidas destaca la realizada en Beirut en abril de 1973. En aquel ataque, el equipo del Mossad eliminó de un solo golpe a tres líderes de Septiembre Negro.
El responsable de dirigir ese ataque era un comandante que más tarde se convirtió en el primer ministro de Israel, Ehud Barak. Para ejecutar el ataque a los tres objetivos los agentes israelíes se vistieron de mujeres, con ropajes que los cubrían de pies a cabeza, y que les permitía llevar las armas escondidas.
El incidente de Lillehammer
Tres meses tras el ataque en Beirut, el Kidon falló por primera vez, cuando intentó acabar con Ali Hassan Salameh, uno de los líderes de Septiembre Negro, en una operación realizada en el complejo de esquí de Lillehammer, en Noruega.
Hasta 15 agentes del Mossad se desplazaron al lugar el 21 de julio de 1973, pero en un error fatal asesinaron a Ahmed Bouchiki, un inocente camarero marroquí que estaba en un apartamento con su esposa embarazada.
Cuando los agentes del Mossad trataron de salir de Noruega, detuvieron a seis de ellos, que fueron detenidos y condenados a prisión. El fiasco de Lillehammer no detuvo la misión Colera de Dios, y en 1979 el Mossad logró dar con el paradero del hombre que les había escapado en Noruega.
Una inglesa para cazar a Salameh
Para la operación de eliminación de Ali Hassan Salameh, el Mossad reclutó a Erika Chambers, una ciudadana británica, que se unió a una organización de apoyo a refugiados palestinos en Líbano, logrando conocer a Salameh en Beirut.
Cuando Chambers tuvo clara la rutina diaria de su objetivo, Erika aparcó su coche en el lateral de la calle que se veía desde su apartamento. Una vez puesto explosivo en el automóvil, la joven británica espero al paso de Salameh junto al vehículo y detonó la bomba a control remoto desde su apartamento, matando a Salameh y otras ocho personas.
Entre 1972 y 1979 más de una docena de palestinos fueron asesinados por agentes del Kidon israelí, lo que en la práctica supuso la total erradicación del grupo terrorista Septiembre Negro.