La actual crisis de la langosta del desierto que comenzó a afectar al Gran Cuerno de África a principios de este año se está intensificando, particularmente en Etiopía, Kenia y Somalia. A medida que la cría generalizada se dispara y nuevos enjambres comienzan a formarse, las restricciones ante la COVID-19 imposibilitan el control de la plaga. Esta situación representa una gran amenaza para la seguridad alimentaria y los medios de subsistencia a medida que la región se dirige hacia la temporada agrícola más importante.
«La ola actual de invasión de langostas es más grande y más fuerte que la anterior que se experimentó a principios de año. Países como Somalia, Etiopía, Sudán del Sur, Uganda y el norte de Kenia se están viendo severamente afectados. Esta ola de langosta es más agresiva y está arrasando cultivos y pastos», cuenta Joseph Kamara Director Regional de Asuntos Humanitarios y de Emergencia en África Oriental.
«Esto está sucediendo en un momento en que los gobiernos han instituido medidas para frenar la propagación de COVID-19, incluida la restricción de movimiento. Esto ha tenido un impacto secundario en la invasión de langostas porque no es posible realizar vigilancia y controlar la invasión de langostas. Esta situación va a tener un impacto significativo en las comunidades vulnerables que ya sufrían la inseguridad alimentaria», añade.
La situación actual en África Oriental sigue siendo extremadamente alarmante. Etiopía, uno de los países más afectados, enfrenta necesidades humanitarias generalizadas debido a una multitud y también, una superposición de crisis, como la crisis climática y otras, que son el resultado de conflictos intercomunales y étnicos. En este momento la COVID-19 ha eclipsado totalmente la respuesta humanitaria ante la langosta del desierto en todo el país y se han suspendido las operaciones incluso cuando están apareciendo nuevos enjambres en el noreste y partes del sudeste del país.
Aunque continúan las operaciones de control terrestre y aéreo, las lluvias generalizadas que cayeron a fines de marzo han permitido que los enjambres permanezcan y pongan huevos. Algunos de estos enjambres podrían trasladarse de Kenia a Uganda, Sudán del Sur y Etiopía. Durante este mes de mayo, los huevos eclosionarán y formarán nuevos enjambres a fines de junio y julio, coincidiendo con el inicio de la cosecha.
La invasión de langostas podría exacerbar el hambre y la desnutrición en una región donde casi 25,5 millones de personas ya padecen inseguridad alimentaria severa en Burundi, Etiopía, Kenia, Somalia, Sudán del Sur, Sudán y Uganda. Como señaló la FAO en su último comunicado, es probable que continúe un aumento adicional en los enjambres de langostas hasta junio, debido a la continuación de condiciones ecológicas favorables para la cría.
World Vision urge a una rápida movilización de recursos para apoyar una respuesta al nuevo escenario que plantea la COVID-19, especialmente para proteger a las personas que viven en áreas pastorales y agropastorales que probablemente se verán gravemente afectadas entre mayo y junio de 2020.
Se necesita una acción inmediata para evitar una mayor propagación de las langostas y poder implementar medidas de control para mitigar el impacto que estos enjambres tendrán en áreas de vegetación, ganado y comunidades vulnerables cuyos medios de vida dependen en gran medida de la agricultura.
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