El origen de los premios Pulitzer se lo debemos al exitoso editor y periodista húngaro-estadounidense Joseph Pulitzer. Fue este quien tras su muerte, el 29 de octubre de 1911, cedía en su testamento una generosa cuantía de su fortuna para la creación de lo que, hoy en día, son los premios anuales más prestigiosos del mundo del periodismo. Además, las aportaciones de Joseph Pulitzer al periodismo no se limitan a los famosos galardones sino que con él nació también el periodismo amarillo.
Desde joven Pulitzer quiso ser militar, por lo que intentó varias veces ingresar en el ejército de su país donde fue rechazado por su frágil salud. En 1864, incapaz de renunciar al sueño de llevar a cabo una carrera militar, emigró a Estados Unidos para luchar en la guerra civil que allí estaba teniendo lugar.
Una vez terminada la guerra fijó su residencia en el estado de Missouri donde en 1868 comenzó a trabajar en un periódico alemán, el Westliche Post. A penas cuatro años después compró el periódico para el que trabajaba por 3.000 dólares y repetiría el proceso con el St. Louis Dispatch por 2.700 dólares.
Antes de cumplir los cuarenta años, Joseph Pulitzer ya era millonario. Además había crecido exponencialmente su fuerza mediática por su peculiar manera de hacer periodismo. Pulitzer quería exclusivas y noticias de tendencia fuertemente populista. También, introdujo numerosas innovaciones en las publicaciones que llegarían hasta nuestros días como las tiras cómicas, una cobertura permanente de acontecimientos deportivos, así como suplementos especiales de ocio y moda.
En 1883 Pulitzer compró un periódico que sufría continuas pérdidas económicas, el New York World, y lo hizo popular dirigiendo la atención del periódico hacia historias de interés humano, escándalos y sensacionalismo. Pulitzer quería que el periodismo llegara a la clase trabajadora por lo que empleaba un lenguaje sencillo que pudiera entender la creciente clase inmigrante entre la que él había crecido. También sería en este momento donde nacería “The Yellow Kid”, o el chico amarillo, considerada como la primera tira cómica, y por la que recibe su nombre la prensa amarilla. El New York World se convirtió en el periódico de mayor difusión del país.
La competencia más fuerte la mantuvo con William Randolh Hearst quien en 1895 adquirió el periódico rival New York Journal. Especialmente tensa se tornó la relación cuando a partir de 1898 ambos diarios se declararon a favor de la guerra de independencia de Cuba contra España. Se convirtió en una batalla diaria por conseguir la historia más amarilla, sensacionalista y escandalosa con la intención de atraer a más público. Ambos, inventaron o distorsionaron noticias solo por vender más diarios consiguiendo así que el público estadounidense se mostrara, sin pensarlo, a favor de una intervención en la guerra transatlántica.
El New York Worl de Pulitzer y el New York Journal de Hearst continuo incluso su particular guerra dentro de las plantillas donde los periodistas y dibujantes más populares eran “robados” por estos dos diarios con sus consiguientes problemas de propiedad intelectual. Finalmente, Pulitzer se retiraría de esta guerra y su periódico iría abandonando paulatinamente el sensacionalismo exacerbado que le había caracterizado.
Es de destacar que pese a todo, los periódicos de Pulitzer cumplieron con una importante función social denunciando numerosas prácticas corruptas dentro de la política. Así, en 1909, el ‘The World’ dio a conocer unos pagos fraudulentos de 40 millones de dólares de capital público utilizados por el Gobierno estadounidense a favor de la Compañía del canal de Panamá en Francia. Pulitzer fue entonces imputando por difamar contra el Presidente Theodore Roosevelt y el banquero J.P. Morgan. Un proceso del que Pulitzer salió totalmente impune, siendo esta una gran victoria para la libertad de prensa.
Cuando falleció el 29 de octubre de 1911 tras una vida dedicada al periodismo, consiguió cumplir el único sueño que se le escapó en vida: crear la primera Escuela de Periodismo en Columbia. Los dos millones que dejó en herencia a la universidad sirvieron para impulsar esta escuela que si bien no fue la primera, sino la segunda, sí es la más prestigiosa del mundo. También, en 1917, fueron convocados los primeros premios Pulitzer que tal como lo concibió Pulitzer entregarían cuatro premios de periodismo, cuatro de literatura y teatro y uno en el ámbito educativo.