2015, en palabras de François Hollande, será un año «audaz» y lleno de «acción» en Francia. En un discurso televisivo retransmitido esta pasada Nochevieja, el dirigente se dirigió así a la ciudadanía francesa, poniendo fin a un año particularmente difícil, calificado por él mismo como «desagradable y salpicado de pruebas». Un adiós a la nostalgia, recalcó. Así, con una vuelta de hoja, el dirigente busca ahora convencer al país de que será capaz de dar la vuelta a la economía, incentivar la creación de empleo y a las empresas. Y con ello, espera convencer a los más escépticos de que podrá ganar las elecciones de 2017.
El discurso de Nochevieja presentó, según los periodistas, a un Hollande renovado, combativo incluso. Un Hollande que prometió luchar contra el «conservadurismo y los populismos», y que tiene ya el punto de mira puesto en 2017, cuando se celebrarán elecciones generales en el país.
Con este discurso se inicia así el que promete ser un año de intensa campaña de comunicación del presidente. Comenzó antes del inicio de año y continuará el próximo lunes, con dos horas de entrevista de la radio, en la primera entrevista matinal que realiza nunca un presidente galo en el medio. El próximo 19 de enero se dirigirá «al mundo de la empresa y del empleo».
Lo hace después de un año en el que la economía nacional se ha estancado y su popularidad ha caído a mínimos históricos. Con apenas un 17% de aprobación entre los franceses, Hollande presenta ahora un año lleno de reformas. La principal es la anticipada Ley Macron, la madre de todas las reformas del actual gobierno, que toma su nombre del ministro de Economía, Emmanuel Macron, nombrado en agosto.
El objetivo de la ley, que pasará ante los diputados este 26 de enero, es incentivar el crecimiento y la actividad en el país, a través de la liberalización de las profesiones reglamentadas, la reforma de la justicia, la extensión del trabajo dominical o la renovación de los tribunales laborales, entre otras reformas. Con el sello de aprobación de Bruselas, la ley promete dar guerra: ha sido duramente criticada por sindicatos, por las profesiones afectadas y por las alas más izquierdistas del Partido Socialista francés.
Después de esta Ley Macron está la reforma laboral, que en plena discusión con agentes sociales, se perfila también combativa. El gobierno galo quiere así, con esta reforma establecer un límite de 35 horas semanales de duración del trabajo, entre otros cambios y modificaciones. Las pensiones también verán cambios: desde octubre, gobierno y empresarios estudian nuevos cambios, y esperan encontrar un acuerdo para el mes de junio. Su objetivo es simple: conseguir ahorrar 5 mil millones de euros para 2017. Lo buscará a través de las pensiones complementarias. Además, para 2017 se implementará ya completamente el retraso de la edad de jubilación, que alcanzará los 62 años.
El gobierno buscará ahorrar también en otras vías: a través de la unificación territorial, con la reducción de regiones para eliminar gastos, el gobierno espera poder hacer frente de forma más fácil a su creciente déficit. Aprobado en la Asamblea el pasado mes de diciembre, la ley entrará en vigor en 2016. Pero este año espera aumentar más aún la reforma. Mientras que lo aprobado en diciembre era la unificación territorial, en el mes de enero espera el visto bueno para una reforma más: quiere eliminar y redistribuir competencias de las regiones, algo que promete también pelea con los defensores regionales.
Entre febrero y marzo llegará otra gran reforma: la reforma del Estado, que buscará «verificar que todas las intervenciones sean pertinentes», además de asegurarse que «no hay dominios en los que más intervención del Estado sea útil».
Por último llega otra ley con nombre propio: la Ley Touraine, que pretende reformar la Sanidad francesa. Con una reforma de la distribución territorial de los servicios sanitarios, tiene también a los sindicatos médicos en guerra.
Hollande, ¿socialista?
Este viernes el diario Libération se hacía una pregunta en portada. Después del »combativo» discurso de Hollande esta Nochevieja, el diario se pregunta si el presidente está volviendo a sus raíces socialistas. Una pregunta que puede provocar alguna sorpresa: al fin y al cabo, Hollande es presidente por el Partido Socialista francés.
Pero no es nuevo: desde la llegada al poder del presidente, han sido numerosos los que han criticado su gobierno, incluso desde dentro de su partido y los han calificado como »de derechas», debido a los altos volúmenes de recortes y las políticas a favor de la empresa que ha anunciado. Hace unos meses, su primer ministro, Manuel Valls exclamaba: ¡Amo la empresa!, un tanto curioso viniendo de un socialista.
Las dudas tienen razones para ir más allá: en pleno verano el gobierno anunciado por Hollande en abril entró en crisis: su ministro de Economía, Arnaud Montebourg, criticó abiertamente la política de su propio gobierno. Y el presidente actuó con dureza: lo delegó de su puesto y estableció en su lugar a Emmanuel Macron, de corte más liberal. Calificado como »liberal-socialista», Macron ha buscado implementar medidas de ayuda a empresarios, en un intento de reavivar la renqueante economía francesa, algo que le ha valido las críticas de los rebeldes socialistas: el ala más a la izquierda del grupo está en guerra con la política de derechas de su presidente.
El rifi-rafe Hollande-Valls
Pese a que al comienzo todo apuntaba a una gran amistad. La guerra entre Hollande y Valls, este último nombrado en noviembre, no tardó en salir a la palestra. Fue en la revista Le Canard Echainé donde aparecieron unas supuestas declaraciones del presidente de la República, François Hollande. En esta revista aparecieron las frases lapidarias: «Estoy un poco cansado de la provocación por la provocación, tira demasiado de la cuerda». Estas son supuestamente las perlas que habría soltado el presidente Hollande sobre su primero, Manuel Valls. Estas declaraciones las habría hecho a su entorno más próximo y todavía quedaría una frase más: «Él se encarga de llevar a cabo la comunicación pero la comunicación y las reformas han avanzado poco».
Este miércoles Valls tuvo su turno de réplica, ha concedido una entrevista al canal de noticias RTL, y respondía tajante, «yo hago de Manuel Valls«. El primer ministro galo respondía así a la polémica que ha crecido en Francia, pero le ha restado importancia al hecho. «Cuando François Hollande me nombró dijo que debía hacer de Manuel Valls, pues bien, estoy haciendo de Manuel Valls».
Así el político socialdemócrata justificaba su afán reformista, que según sus palabras es muy necesario en estos momentos: «Se me dijo que tenía que acometer reformas, y lo estoy haciendo porque Francia necesita reformas». Así de expresivo se mostraba el azote del socialismo clásico en medio, de la que se dice, que es una de las luchas de poder más sonadas en Francia.