«Necesito estar solo/diez minutos por la mañana/ y diez minutos por la noche. Sin programa». Estos versos del poeta sueco Tomas Tranströmer tendrán que esperar para hacerse realidad, porque esta noche el premio Nobel de Literatura 2011 ha recibido un multitudinario homenaje en el Círculo de Bellas Artes.
Un acto al que ha asistido otro premio Nobel, Mario Vargas Llosa, quien ha querido acercarse a saludar al escritor sueco, y en el que han participado el poeta y narrador José Manuel Caballero Bonald, como el más veterano del grupo, y varios poetas jóvenes que admiraban ya al escritor antes de ser laureado con el Nobel, como Carlos Pardo, Jordi Doce, Ester Ramón, Juan Antonio Martínez Iglesias o Juan Marqués.
Tomas Tranströmer (Estocolmo, 1931) a quien le fue concedido el Premio Nobel de Literatura de 2011 «porque a través de sus imágenes condensadas y traslúcidas nos ha dado un acceso fresco a la realidad», está afectado por una apoplejía que sufrió en 1990, que le privó prácticamente del habla y le paralizó la parte derecha de su cuerpo, motivo por el cual esta noche, en silencio y desde su silla de ruedas, ha escuchado los poemas que han ido leyendo en castellano los diferentes poetas.
Y, además de poemas, el espacio se ha llenado de música, otra de las pasiones de este escritor, también plasmada en su obra -Tranströmer toca el piano con la mano izquierda porque la derecha la tiene inmovilizada-, con la pianista Lola Barroso, quien ha interpretado al piano obras de Brahms, Schubert y Schumann.
La embajadora de Suecia en España, Cecilia Julín, ha intervenido también para recordar, con orgullo, cómo los suecos, cuando supieron que el premiado era Tranströmer, sintieron alegría de verdad, «porque una de las frases que se dice siempre que se anuncia el Nobel de Literatura es »otra vez se le entrega el premio a un desconocido»», y en esta ocasión se trataba de alguien muy querido y reconocido.
Traducida a 60 idiomas, la obra de Tranströmer se conoce en España gracias, primero, a la editorial Hiperión, cuyo trabajo sirvió de preámbulo de lo que desde hace años realiza la editorial Nórdica, que publica al escritor en España y Latinoamérica y que ha hecho posible, gracias a su director, Diego Moreno, y a la embajada sueca, que el premio Nobel, el poeta más traducido después de Pablo Neruda, esté estos días en Madrid.
En una sala de Columnas del Círculo de Bellas Artes llena, en pleno centro de Madrid, mientras en la calle se manifestaban padres y alumnos a favor de la escuela pública, los versos cálidos y misteriosos de este poeta y psicólogo que durante años trabajó en la prisión de Roxtuna, en Linköping, rehabilitando a jóvenes delincuentes, han cobrado vida en español en la boca de otros poetas que hoy han querido reivindicar su obra.
Caballero Bonald, único superviviente de la llamada generación de los 50, posterior a la posguerra, junto con Francisco Brines, ha querido ser el primero en proclamar la adhesión de los poetas españoles a Tranströmer, y ha querido, como el resto de los ponentes, dar las gracias a los traductores de la obra del sueco al español, Franciso Uriz y Roberto Mascaró.
Los escritores españoles han leído poemas de «El cielo a medio hacer», la antología publicada por Nórdica que recoge buena parte de la trayectoria de este autor, cuyos temas son la memoria, la naturaleza, la antropología, la soledad o las experiencias vividas por la naturaleza extrema de su país.
La esposa del poeta, Monica Tranströmer, ha leído también un poema del escritor en sueco para que el público se quedara también con la música de sus palabras en versión original.
La poesía de Tranströmer encierra muchos misterios y está plagada de claroscuros, como el paisaje frío y cálido a la vez, de puertas para adentro, que hoy ha inundado una noche de otoño madrileño.