«Los españoles tenemos héroes que dejan pequeño a Oskar Schindler pero somos expertos en despreciar nuestra propia historia», asegura la periodista y escritora Isabel San Sebastián, que recupera en su última novela la labor de los diplomáticos que salvaron a miles de judíos del nazismo.
«Lo último que verán tus ojos», editada por Plaza y Janés, rescata la memoria de diplomáticos españoles durante la Segunda Guerra Mundial como Ángel Sanz Briz, en contraposición con otro de los temas que aborda la novela: «la vergüenza de que España se convirtiera en refugio de nazis, donde tuvieron impunidad e incluso recibieron honores», explica San Sebastián.
Estas dos caras de la España del franquismo enmarcan la búsqueda en la época actual de un valioso cuadro de El Greco que sale a subasta en Nueva York y que protagonizan Philip, un taxista neoyorquino descendiente de húngaros judíos que dice que la obra fue robada a su familia, y Carolina, una sofisticada marchante de arte.
La novela viaja por Budapest, Madrid, Londres, Toledo
A través de diferentes períodos, la novela viaja desde el Budapest tomado por los nazis a Madrid, Londres, Nueva York o Toledo, donde la autora descubre las similitudes entre dos episodios separados por casi cinco siglos: la expulsión de los judíos decretada por los Reyes Católicos en 1492 y el Holocausto.
Aunque el segundo fue un episodio «infinitamente más brutal», indica, en ambos capítulos de la historia los judíos no esperaban en absoluto lo que ocurrió: «los judíos húngaros se consideraban antes húngaros que judíos, lo mismo que les ocurría a los que fueron expulsados de España».
Personajes reales y ficticios comparten espacio en esta novela en la que San Sebastián ha «respetado absolutamente» las identidades y los hechos históricos, dejando la ficción para los sentimientos que transmite ya que, además de historia y suspense, también hay romance en esta obra.
La autora se entrevistó en Budapest con un superviviente que salvó la vida en uno de los pisos protegidos por Sanz Briz y otros diplomáticos españoles, que se ampararon para proporcionar visados y pasaportes a unos diez mil judíos en una orden de 1924 que admitía la recuperación de la nacionalidad española a los descendientes de los sefardíes.
Aunque en Hungría no había muchos sefardíes y las autoridades húngaras habían concedido un cupo máximo de 300 salvoconductos, Sanz Briz salvó a miles de judíos multiplicando este cupo mediante el truco de adjudicar a cada serie de 300 una letra y de incluir a familias enteras en cada uno de los documentos.
San Sebastián considera muy triste que episodios como éste sean casi desconocidos y cree que los españoles «somos expertos en despreciar nuestro esfuerzo y alimentar la leyenda negra».
Frente a estos héroes aparecen en la novela «marchantes de la sangre y el dolor«, aquellos nazis que expoliaron las obras de arte de los judíos que llevaban a los campos de concentración, muchas desaparecidas y que se siguen encontrando en la actualidad.
Régimen nazi
Así, se relata la forma de operar del marchante de arte Hildebrandt Gurlitt, uno de los pocos que tuvieron autorización del régimen nazi. En la casa de su hijo se hallaron en 2012 cerca de 1.600 obras, algunas de ellas expoliadas por los nazis a los judíos.
«El mundo del arte, como en todos los mercados donde se mueve mucho dinero, tiene también su parte oscura y en el caso de los expolios es especialmente oscura».
«Hay que conocer tu propia historia, con sus luces y sus sombras«, sostiene la autora que responde también a la pregunta sobre el quinto aniversario de la declaración de abandono de las armas por parte de ETA.
«Tras once años con guardaespaldas me alegro mucho de que ETA no mate porque ha sido un logro de la democracia y de la resistencia de los que nos opusimos a la intimidación, pero deploro que una victoria que debía haber sido total haya sido parcial porque ahora en muchos pueblos gobierna de facto ETA vestida con diversos disfraces«.