Muchas enfermedades o dolencias están directamente asociadas a la estación del año, y en invierno el frío es el principal responsable de algunas de ellas, sobre todo las relacionadas con las vías respiratorias, pero también agrava otras patologías, especialmente las cardiovasculares y reumáticas.
«Cuando salgas a la calle, tápate la boca». Aunque la hemos oído tantas veces, no por repetitiva la advertencia deja de ser válida. Así lo señala la doctora Pilar Román, vicepresidenta de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), que explica que en invierno el aire no se calienta y llega frío a los pulmones, lo que favorece la multiplicación de microorganismos.
Gripe, catarro, neumonía, bronquitis, faringitis y otras afecciones víricas del sistema respiratorio son muy comunes durante el invierno. Pero también el corazón se resiente cuando desciende el termómetro. Precisamente la Fundación Española del Corazón (FEC) ha alertado de los perjuicios del frío sobre la salud cardiovascular, especialmente en las personas de edad avanzada o en aquellos que sufran diabetes, hipertensión o que ya padezcan alguna cardiopatía.
Muchos infartos se producen al salir de casa y toparse de frente con el frío, ya que éste provoca espasmo de las coronarias, dice la doctora Román, quien ha precisado que aunque era algo que se sabía de manera empírica no se ha demostrado científicamente hasta hace poco.
Paralelamente, un reciente estudio realizado por investigadores del London School of Hygiene & tropical Medicine, publicado en la revista British Medical Journal, concluye que la reducción de un grado centígrado en las temperaturas está directamente relacionado con un aumento del 2% en el riesgo de ataque al corazón.
La FEC ha apuntado que la prevalencia de las enfermedades cardiovasculares aumenta más de un 20% debido a las bajas temperaturas. Además, aconseja vacunarse del virus de la gripe y del neumococo (microbio que produce la neumonía) a las personas que padecen algún tipo de cardiopatía, una recomendación a la que se une la doctora Román.
Mientras que la vacuna de la gripe está muy extendida en España, sobre todo entre los mayores, la del neumococo aun no está arraigada, quizá por desconocimiento.
Ambientes cerrados
A la bajada de temperaturas hay que sumar el hecho de que en invierno la gente se mueve más en ambientes cerrados, mal ventilados y muy concurridos, lo que también favorece la multiplicación de microorganismos.
Abrigarse bien, sobre todo, proteger con una bufanda la boca y la nariz para que el aire que llega al interior del cuerpo sea más cálido y obstaculizar la entrada de virus, así como evitar en lo posible los lugares más frecuentados y airear las casas son algunas de las pautas que se deben seguir frente a las enfermedades del frío.
En invierno no sólo disminuyen los grados sino también las horas de sol, una de las principales fuentes de vitamina D, sustancia esencial para el hueso. Esta vitamina aumenta la absorción de calcio y ayuda a mantener la densidad mineral ósea, por lo que ayuda a prevenir la osteoporosis, una enfermedad que afecta especialmente a las mujeres mayores de 50 años.
Según un estudio reciente, un tercio de la población española no tiene un nivel adecuado de vitamina D, pese a ser nuestro país uno de los más soleados de Europa.
A este respecto, la doctora Román asegura que los análisis que se realizan a las personas mayores ingresadas concluyen que la mayoría de ellas tiene un déficit de esa vitamina, lo que trae consigo debilidad ósea y muscular y, por consiguiente, un mayor riesgo de caídas.