Isabel Romero, musulmana y directora del Instituto islámico Halal, considera que la sentencia del Supremo que tumba la ordenanza de Lleida sobre la prohibición del burka “hace justicia” y corrige una decisión errónea que incumplía preceptos constitucionales. “No solo se vulneraba la libertad religiosa, sino también la individual”.
Romero no ve el burka como un elemento religioso, sino como una prenda, pero respeta a las mujeres que sí lo conciben como un icono de identificación con el Islam. Comparte la opinión del Supremo sobre que no hay argumentos que avalen que el velo integral perturba la tranquilidad y la convivencia, o que molesta a los ciudadanos. “El burka no molesta a nadie por la calle. En todo caso, es la persona que lo lleva la que debe valorar si está cómoda o no con esta prenda”. Añade que en los casos de edificios administrativos o institucionales, por ejemplo un juzgado, la mujer “debe descubrirse la cara para identificarse”.
Insiste en referirse al velo integral como prenda y rechaza el argumento de relacionar el burka con la vulnerabilidad de la mujer musulmana. “Otra cosa es tener indicios de que detrás de su uso hay coacciones o presiones. Entonces existe un marco jurídico que persigue y castiga esto”.
Romero esgrime más razones para oponerse a la prohibición del burka. Sostiene que “en España su uso es residual” y si se legislara sobre esta materia, quizá se promovería como acto de rebeldía. Por otro parte, piensa que la regulación “reforzaría el estereotipo de mujer musulmana y maltratada”.
Insiste en que el velo integral tiene que ver con el derecho individual y que es atuendo cuyo uso en España es anecdótico.