“Canté el gordo en el año 1951. El número lo recuerdo perfectamente fue el: 2704”. Luis Pardiñas recuerda que el premio tocó en el madrileña calle de Fuencarral y en Sevilla: «En Fuencarral se oyó »yupi» mientras en que en Sevilla la palabra debió ser un »mecagüenla» ya que la administración había vendido muchas más participaciones que décimos que las respaldaban. Por lo cual, el lotero termino en la cárcel».
«No dejábamos a las niñas» cuenta Luis; destaca que en aquella época solamente era internado y no un colegio público como es en la actualidad. «Con la entrada de la LOGSE, el colegio y el internado se dividieron por lo que también empezaron a entrar las niñas». Por aquella época, explica, todos los sorteos eran iguales, «se cantaban siempre numeraciones y no números uno a uno como se hace en la Lotería Nacional». Luis también relata que el sorteo de Navidad sólo se diferenciaba de los demás en que se repartían más premios y en que se daba más dinero.
En la actualidad, Luis se muestra más reacio a la Lotería de Navidad. «No sigo el sorteo. Soy incrédulo de la lotería, veo ese bombo tan enorme lleno de números y de premios tan pequeño que lo veo muy difícil. Llevo los décimos necesarios para intercambiar con la familia», dice.
Luis, al igual que sus compañeros ,prefería el sorteo antiguo. “Ahora es muy pesado. Además la terminación de euros es muy empalagosa”. Luis explica que los niños ahora tardan muchos más en llenar un alambre, recuerda que en su época se tardaban unos 8 minutos y ahora se tardan entre 14 y 15 minutos. “Era tan rápido el sorteo que a los periodistas no les daba tiempo a apuntar los números, por lo que nos pidieron que fuéramos más despacio”, recuerda.
Este ex alumno recuerda que a un familiar suyo le tocó un segundo premio que había cantado uno de sus compañeros. “Solamente me regaló una caja de bombones, menudo rata”, apunta. Luis les dice a los niños que estén tranquilos porque “gordo no hay más que uno”.
Sobre la gratitud de los afortunados, Luis recuerda que sabe de casos de alumnos a los que se les ha pagado la carrera, o se les ha hecho algún regalo menor. También apunta que los niños antiguamente recibían un duro por sorteo realizado, “el colegio nos daba una cantidad por sorteo que iban acumulándola, así cuando salíamos del colegio teníamos un dinero para estudiar”, explica. Luis señala que él salió del colegio con 3.750 pesetas. Este madrileño concluye diciendo que no se acuerda de lo que comió ayer pero que de la infancia se acuerda de todo.