Tal día como hoy, hace 27 años, España se adhiere a la Carta Mundial de los Derechos del Niño. Una declaración aprobada de manera unánime por los 78 estados miembros que entonces, en 1959, componían la Organización de las Naciones Unidas.
España se unió a este texto basado en la declaración de Ginebra sobre los Derechos del niño, una primera versión que recogían 10 principios. Esta fue la bese, para que en 1989 se ampliara hasta los 54 artículos y se reconozca como se conoce ahora: Convención sobre los derechos del Niño.
Ambas tienen la misma idea pero la última planteada es de obligado cumplimiento, además del cambio del enfoque. El texto reconocer a las niñas y a los niños como sujetos de protección y no solo como objetos del articulado. Esta declaración reconoce al niño y la niña como «ser humano capaz de desarrollarse física, mental, social, moral y espiritualmente con libertad y dignidad».
Entre su articulado se reconoce que “El niño disfrutará de todos los derechos enunciados en esta Declaración” por parte de todos los países firmantes. Derechos que deben ser reconocidos sin excepción ni discriminación por “motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento u otra condición, ya sea del propio niño o de su familia”.