Podría tratarse de un nuevo método de aprendizaje, y es que según un grupo de investigadores del Laboratorio de Memoria del Instituto de Biología Celular y Neurociencia (IBCN), que funciona en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA), realizar una actividad novedosa no relacionada con el tema de estudio hasta una hora antes o una hora después de la clase refuerza la memoria de los alumnos.
En la investigación, en la que participaron 1.600 alumnos de entre siete y nueve años, se comprobó que aquellos niños que realizaron una actividad sorpresa de tan sólo quince minutos antes o después de la clase retuvieron un 60 por ciento más de lo aprendido que quienes no realizaron esa actividad inesperada, según publica BBC Mundo.
Hace seis años, en un estudio con roedores ya se descubrió que el aprendizaje, o ‘etiquetado conductual’ como lo llaman los expertos, es reforzado y se mantiene a largo plazo, cuando ocurre mientras en el cerebro se da un proceso conocido como síntesis de proteínas. Esa síntesis proteica se genera cuando el cerebro recibe estímulos inesperados y hace que todo lo aprendido durante ese período se recuerde por más tiempo.
Poniendo en práctica la teoría, los autores del estudio, trabajando con ocho colegios primarios de la provincia de Buenos Aires crearon una breve y divertida clase de ciencia que fue impartida sin avisar a algunos alumnos de segundo a quinto grado. Antes o después de esa clase se les leyó a todos los chicos un cuento con la intención de que lo aprendieran.
Al día siguiente se hizo un examen a todos los niños. Los que habían recibido la clase sorpresa de ciencia recordaron un 60 por ciento más del cuento que quienes no habían participado de esa actividad novedosa. Además, cuando se midieron los resultados de las preguntas más difíciles la diferencia fue aún más abrumadora ya que el primer grupo acertó un 200 por ciento más que el segundo en sus respuestas.
No obstante, los autores de la investigación señalan que estos resultados son preliminares ya que no es posible constatar si en efecto el mayor aprendizaje se dio por la síntesis proteica, como ocurrió con los roedores. Otra duda que plantea este estudio publicado en la revista científica PLOS ONE es si las escuelas pueden incorporar actividades novedosas cada vez que quieran que sus alumnos aprendan algo, ya que es prácticamente imposible sorprender a los alumnos todos los días. No obstante, esta técnica puede ser utilizada un par de veces al año, cuando se quiere enseñar algo particularmente complicado o especialmente importante.
De momento lo que han determinado los investigadores es que los niños mejoran su aprendizaje cuando se les enseña algo nuevo, en un lugar distinto al habitual, y cuando la clase la imparte alguien que no conocen.