Miki Agrawal, fundadora y Consejera Delegada de Thinx, una conocida empresa de ropa interior femenina para usar durante la menstruación, ha sido demandada por una de sus empleadas ante la ciudad de Nueva York por acoso (tocamiento de los pechos de las empleadas) y por mantener en la oficina un comportamiento sexualmente explícito que incluía video conferencias desde la cama medio desnuda o desde el retrete, y comentarios frecuentes sobre su interés en mantener relaciones con sus empleados o por asuntos como la eyaculación femenina.
La noticia, publicada por primera vez por The New York Magazine, narra los detalles de la denuncia de la ex responsable de relaciones públicas Chelsea Leibow. Artículos posteriores refrendan la denuncia con entrevistas anónimas a los empleados. Al menos 10 de los 30 trabajadores de la empresa se han marchado en los últimos meses. Ella ha dejado el puesto de Consejera Delegada, según Jezbel.
Agrawal asegura que las alegaciones son “infundadas” y “sin sentido alguno” y que no ocurre nada raro en sus oficinas, más allá de los problemas habituales de una startup que está creciendo. La empresa afirma que se toma “estos asuntos muy en serio, y que a Thinx no le ha llegado ninguna citación legal o cargo alguno sobre las alegaciones de la empleada”.
Presunto acoso laboral
“Comenta habitualmente el tamaño y la forma de los pechos de sus empleadas, los piercings en los pezones de otra, sus aventuras sexuales, su deseo de experimentar con el poliamor, su interés en tener relaciones sexuales con sus empleados y los medios por los que se consigue la eyaculación femenina”, narra el The New York Magazine.
La ahora ex-CEO también pide, presuntamente, a sus empleadas que le enseñen los pechos o se cambia de ropa delante de sus empleados. Además, según la denuncia “Agrawal es muy agresiva y abusa de su poder”.
Tras el surgimiento de los problemas internos, pero antes de que se hicieran públicos, Agrawal introdujo en la empresa dos personas para lidiar con los problemas entre los empleados, informa CNBC. Las llamaba “reinas de la cultura” y, presuntamente, se encargaban en realidad de informarla a ella y a la jefa de operaciones de quién se quejaba de su comportamiento. La jefa de operaciones de la empresa también ha sido demandada.