«En la reestructuración y fusión de las entidades financieras, no sé hasta qué punto podría haber habido negligencias, y no sé hasta que punto MAFO conocía dichas negligencias. Lo que sí se sabe es que MAFO disponía anticipadamente de cierta información que, de haber hecho uso de ella, el descalabro no habría sido tal.
Hay que tener en cuenta que las Cajas de Ahorros, por más que estén politizadas, también dependen del Banco de España, cuyo gobernador es la máxima autoridad bancaria y monetaria del país. Y si se destapaba el agujero de Caja Madrid y de todas las Cajas de Ahorros, el descalabro no solo afectaba a los políticos -por su mala gestión-, sino también a su controlador, es decir, a MAFO.
A comienzos de la crisis, MAFO se apresuró a sacar pecho y a decir que a España le iba a afectar menos porque nuestro sistema estaba más protegido. Pero olvidó hablar de las Cajas de Ahorros, que, como decía, también han supuesto un fracaso para su máximo controlador.
¿Y Rato? Caja Madrid suponía para Rato un plato y un chiringuito muy goloso. Los problemas comenzaron a ser serios cuando Rato optó por fundir esa Caja, que ya tenía un serio agujero -creado durante la gestión de Blesa- con otras Cajas, que también tenían sus propios agujeros, pensado que, de este modo, se taparían todos los agujeros. El resultado de aquella fusión, que se hizo con mucha tensión y presiones, fue un agujero mayor llamado Bankia. Así hemos llegado a la situación actual, en la que Bankia supone una seria piedra en el camino para nuestro sistema financiero.
Por tanto, ni a Rato le conviene que se sepa como se hizo aquella fusión de Caja Madrid -y los pasos previos que se dieron para llegar a ella-, y a Blesa tampoco le conviene que haya transparencia con su periodo de gestión. Lo que sí les conviene -a Rato, a Blesa y a MAFO- es que el asunto pase pronto y se olvide.
En todo caso, su responsabilidad, que no solo es administrativa sino también política, ha sido muy grande. Además, teniendo en cuenta el paro y la situación de crisis que hay, la quiebra se ha producido en el momento más inoportuno, tras los recortes en Educación y Sanidad y la subida de impuestos. Y justo en este momento se anuncia la ayuda a Bankia. La gente esta cabrada, y con razón.
Lo lógico sería dejar caer lo podrido y exigir responsabilidades. Pero falta coraje político y, además, hay intereses creados. Las Cajas de Ahorros han sido los chiringuitos financieros de los políticos locales. Cuando el político de turno ha necesitado financiación se ha ido a la Caja del lugar, que no se han gestionado con criterios de eficiencia, sino de amiguismo».
– María Blanco González es Doctora en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Complutense de Madrid, Profesora de la Facultad de Económicas de la USP-CEU y miembro del Instituto Juan de Mariana.