La recuperación del empleo no debe ocultar que la economía española ha empezado de nuevo el camino de los desequilibrios por la parte más débil: el déficit comercial con el exterior.
Los profesores Enrique Fuentes y Juan Velarde definieron a la economía española como un modelo castizo, instalado en una suerte de Mito de Sísifo, aquel hombre condenado por los dioses a empujar una piedra a la cumbre de la montaña, solo para ver que en cuanto ganaba la cima, ésta volvía a rodar pendiente abajo y Sísifo debía repetir el esfuerzo de subirla.
Mas grandes, pero iguales
La economía española es más grande que hace treinta o cuarenta años, pero ni el euro, ni el AVE, ni la Unión Europea, ni sucesivos récords turísticos han cambiado la estructura del sistema que sigue igual que en 1959.
El juego más o menos funciona así: el crecimiento de la economía española siempre se acompaña del aumento de las importaciones y la caída de las exportaciones; después de unos meses de expansión económica, la factura de las importaciones se hace insoportable; llegan las “vacas flacas” en forma de devaluación de la peseta — cuando existía-, después del lanzamiento del euro, de reducción de plantillas y devaluación de sueldos: con menores costes laborales, la economía española se vuelve más competitiva, y reanuda la exportación y el crecimiento…
Hasta que el déficit comercial insoportable provoca una nueva crisis.
La gran reducción
La última etapa de crecimiento –1996-2008— dejó en España un déficit comercial brutal: 100.000 millones de euros, el 10 por ciento del PIB y el más alto del mundo conocido. Por eso la crisis ha sido tan dura y tan larga.
Más dura y más larga que nunca, pero el camino de salida ha sido el mismo de siempre: devaluados salarios y reducidas plantillas, España volvió a exportar mercancías llegando en 2013 al récord de casi cien mil millones de euros de ventas al exterior, mientras que las importaciones fueron solo ligeramente superiores. De forma en 2013 el déficit comercial bajó del citado 10 por ciento del PIB a solo el 0,5, perfectamente financiables con los ingresos por turismo.
Pero en el Reino de España, la historia económica se repite: cuando todo parece ir bien en la creación de empleo y en el crecimiento económico general, el resbalón exterior es de campeonato: en solo cinco meses de 2014 se ha doblado el déficit comercial exterior registrado en todo el año pasado y ya supone el 1 por ciento del PIB.
Si todo evoluciona como amenaza, es posible que antes de que el paro baje a un índice de solo un dígito, el aumento del déficit llegue a niveles incompatibles con el crecimiento.
Reformar, el único camino
Es verdad que todas las economías avanzadas del mundo alternan ciclos expansivos y recesivos. Spain is diferent en, por lo menos, dos sentidos: a) los ciclos son previsibles por la evolución de sus cuentas exteriores; y b) el aumento de paro y el cierre de empresas es el único instrumento contra la crisis.
El Plan de Estabilización de 1959 –cuyo origen estuvo también en el estrangulamiento económico exterior—que fue la única gran operación económica del franquismo y que posibilitó el posterior “milagro español”, ningún Gobierno español se ha propuesto las reformas, necesarias no solo para arreglar los problemas más acuciantes, sino para evitar repetir el tormento de Sísifo.