Federico García Lorca, Discurso sobre el teatro
Queridos amigos:
Hace tiempo hice firme promesa de rechazar toda clase de homenajes, banquetes o fiestas que se hicieran a mi modesta persona; primero, por entender que cada uno de ellos pone un ladrillo sobre nuestra tumba literaria, y segundo, porque he visto que no hay cosa más desolada que el discurso frío en nuestro honor, ni momento más triste que el aplauso organizado, aunque sea de buena fe. Además, esto es secreto, creo que banquetes y pergaminos traen el mal fario, la mala suerte, sobre el hombre que los recibe; mal fario y mala suerte nacidos de la actitud descansada de los amigos que piensan: «Ya hemos cumplido con él».
No es fácil trazar un perfil humano riguroso del poeta y dramaturgo. Federico García Lorca se erigió como símbolo de la represión franquista. La mitificación que produjo su asesinato ha desvirtuado en muchas ocasiones una personalidad tan rica como compleja. Héroe político, liberal de izquierda, gitano, homosexual atormentado son algunas de las imágenes que se han superpuesto sobre su figura.
Pero Lorca era más que todo eso. El artista había nacido en el seno de una familia acomodada, que le dio una educación exquisita e impulso al universo de las letras. Poseía un talante arrollador. Era un creador de poesía, de teatro, tocaba el piano y la guitarra e improvisaba ritmos, cantaba viejas canciones de España, era un gran dibujante – ocación que nace con sus deliciosos decorados para sus teatrillos-
Lorca es poeta de éxito y un dramaturgo renovador de preguerra. En 1932 se lanza con La Barraca por España, un teatro universitario. Aquí Lorca aúna la tradición y vanguardia. Lorca es muy viejo y muy modero. Por tradicional no entiende tradicionalismo. Desde una imaginación y una sensibilidad modernas se produce la absorción de motivos y mitos claves en nuestra cultura y en la conciencia humana.
La obra dramática está totalmente impregnada de este universo lorquiano. Pues la dramaturgia de Lorca representa la incorporación a la escena contemporánea de un teatro poético. Un teatro que se plantea los grandes problemas de la condición humana. Sin negarle al teatro categoría literaria, lo concibe como un espectáculo total.
La compleja realidad dramática de García Lorca se clasifica por géneros:
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Farsas: Tragicomedia de don Cristóbal y la señá Rosita
“Rosita por verte
La punta del pie
Si yo te pillara
Veriamos a ver
La zapatera prodigiosa
“Vengo con estos zapatos de charol, costaron cinco duros, para que los arregle su marido. Son de mi hermana la grande, la que tiene el cutis fino y se pone dos lazos, que tiene dos, un día uno y otro día otro, en la cintura”
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Comedias ‘imposibles’ (calificación del autor) o ciclo de los misterios
El público
“Pero no puedo. Se hundiría todo. Sería dejar ciegos a mis hijos y luego, ¿qué hago con el público? ¿Qué hago con el público si quito las barandas al puente? Vendría la máscara a devorarme. Yo vi una vez a un hombre devorado por la máscara. Los jóvenes más fuertes de la ciudad, con picas ensangrentadas, le hundían por el trasero grandes bolas de periódicos abandonados, y en América hubo una vez un muchacho a quien la máscara ahorcó colgado de sus propios intestinos”.
Así que pasen cinco años
“Usted quiere apartarme de ella. Pero ya conozco su procedimiento. Basta observar un rato sobre la palma de la mano un insecto vivo, o mirar al mar una tarde poniendo atención en la forma de cada ola para que el rostro o la llaga que llevamos en el pecho se deshaga en burbujas. Pero es que yo estoy enamorado y quiero estar enamorado, tan enamorado como ella lo está de mí, y por eso puedo aguardar cinco años, en espera de poder liarme de noche, con todo el mundo a oscuras, sus trenzas de luz alrededor de mi cuello”.
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Tragedias:
Bodas de Sangre (dramatiza una terrible historia de amor)
«Yo era una mujer quemada, llena de llagas por dentro y por fuera y tu hijo era un poquito de agua de la que yo esperaba hijos, tierra, salud; pero el otro era un río oscuro, lleno de ramas, que acercaba a mí el rumor de sus juncos y su cantar entre dientes»
Yerma (se adentra en la infecundidad femenina)
“MARÍA. Dicen que con los hijos se sufre mucho.
YERMA. Mentira. Eso lo dicen las madres débiles, las quejumbrosas. ¿Para qué los tienen? Tener un hijo no es tener un ramo de rosas. Hemos de sufrir para verlos crecer. Yo pienso que se nos va la mitad de nuestra sangre. Pero esto es bueno, sano, hermoso. Cada mujer tiene sangre para cuatro o cinco hijos, y cuando no los tienen se les vuelve veneno, como me va a pasar a mí”,
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Dramas, tomando el término en su sentido más estricto.
Doña Rosita la soltera (drama urbano)
“Granada, calle de Elvira,
donde viven las manolas,
las que se van a la Alhambra,
las tres y las cuatro solas.
Una vestida de verde,
otra de malva, y la otra,
un corselete escocés
con cintas hasta la cola.
Las que van delante, garzas;
la que va detrás, paloma;
abren por las alamedas
muselinas misteriosas.
¡Ay, qué oscura está la Alhambra!”
La casa de Bernarda Alba (Drama de mujeres en los pueblos de España)
MARTIRIO. Dichosa ella mil veces que lo pudo tener.
BERNARDA. Y no quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio! (A otra hija.) ¡A callar he dicho! (A otra hija.) Las lágrimas cuando estés sola. ¡Nos hundiremos todas en un mar de luto! Ella, la hija menor de Bernarda Alba, ha muerto virgen. ¿Me habéis oído? ¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!
Federico García Lorca nos dejó hace 80 años pero sigue presente sobre las tablas, “el teatro es la poesía que sale del libro para hacerse humana”.