La coreógrafa brasileña afincada en Cantabria Mari Paula estrena en la Comunidad de Madrid Fronterizas, cierre de una trilogía de danza sobre el desarraigo que abrió en 2017 con Retrópica, Premio Nacional de Danza en Brasil, y siguió en 2019 con Devórate. La Sala Negra de Teatros del Canal acoge dos representaciones de Fronterizas el 24 y 25 de febrero.
La artista brasileña llegó a Fronterizas, presentada en Cantabria en 2022, después de experimentar su condición de inmigrante ahondando en su personalidad mediante la exploración de su cuerpo para abordar temas como la lucha, el cansancio y la aceptación del fracaso.
En Brasil estrenó en 2017 Retrópica, la primera de las piezas de la trilogía. Con un trasfondo de crítica política, como el resto del proyecto, Mari Paula construyó una performance con las músicas más significativas de su país (samba, bossa nova) para censurar el miedo, la intolerancia y el modo en que Brasil es mirado desde Europa.
De nuevo volvió a la performance con Devórate (2019). En este caso giró hacia la ecología para denunciar los desechos plásticos que yacen en el océano Pacífico como una consecuencia del consumismo y de la superabundancia tecnológica.
De esas dos incursiones en la sociedad de su tiempo, Mari Paula saltó al interior de sí misma para hacer su tercera performance, Fronterizas, «la pieza de mi vida», como ha declarado la propia artista, una especie de diario bailado de su vida y de su relación con la danza. Ahora el campo de experimentación es su cuerpo y la idea de frontera. «El cuerpo no pertenece a un espacio concreto sino que es fronterizo», como subrayó una de las críticas publicadas con motivo del estreno de esta obra en Santander. En este montaje, la coreógrafa ha contado con elementos fundamentales como el texto, la luz (que aporta Carlos Molina) y el sonido (de Jaime Peña) que, junto a la danza, conforman una obra interdisciplinar.
«Una pieza vibrante, sugerente, enérgica, alegre y conmovedora», resaltó en su crítica al estreno de Fronterizas El Diario Montañés de Cantabria. Con un acento más personal, la crítica de la revista de danza Susy Q narraba así su experiencia: «Durante una hora hemos pertenecido a un universo en el que el tiempo se ha medido en pasos de samba. Mari Paula, con su baile que se alimenta de baile, no solo se ha salido de su propio cuerpo, sino que también nos ha hecho salir del nuestro».