El género de terror es un clásico del mundo del cine que lejos de agotarse, cada vez cuenta con más adeptos y subgéneros que siempre está presente en las carteleras de todo el mundo.
Paranormal Activity 4, Atrapados en Chernobil y Sinister ocupan ahora mismo las grandes pantallas de nuestro país, dispuestas a dejarnos con el grito en la garganta y las uñas en la butaca. Pero son muchas las criaturas e historias que a lo largo de la historia del cine han hecho las delicias de los adeptos a este género.
Un loco que hace pasar a sus víctimas despiadadas pruebas, hombres que se convierten en lobo, niños que manejan la voluntad de los adultos con la mente, vampiros que salen por las noches sedientos de sangre, zombies que salen a todas horas en busca de cerebros… Todo vale en esta industria donde lo original no pasa nunca de moda y los efectos especiales y el maquillaje ofrecen cada vez más posibilidades para sacarnos de un bote del asiento.
Pero… ¿cómo es posible que una industria gane tantos millones al año haciéndonos pasarlo tan mal? ¿Por qué pagamos a cambio de dos horas de miedo y tensión? En definitiva…
¿Por qué disfrutamos con el cine de terror?
La respuesta está muy cerca, concretamente dentro de nuestro cerebro
, que segrega una descarga de adrenalina semejante a cuando experimentamos una sensación de riesgo.Así, el cuerpo experimenta una sensación de alivio posterior a una escena cargada de tensión que nos lleva a querer repetir la experiencia, conscientes en todo momento de que no es real, para obtener de nuevo esa gratificación. «Entre placer y sufrimiento no hay una diferenciación psíquica tan grande en nuestra mente como lo es en la realidad«, asegura Sergio García, psicólogo y especialista en cine.
»El efecto de evasión»
Además hay un factor muy importante dentro del género de terror que no se da en ningún otro y es el »nivel máximo de evasión» que se produce cuando una persona está sometida a un grado de sufrimiento extremo. «Cuando hay terror, uno no se acuerda de nada de su vida«.
Por otro lado, el nivel de miedo que una persona experimenta varía de una a otra, y está directamente ligado a la cultura y la educación que se nos ha inculcado. «Estamos esperando una vida ultraterrena y la idea de sufrimiento nos hace creer que estamos en el camino correcto. Son nuestras raíces judeocristianas y ese pasado está en todo, no es algo consciente.» , explica Sergio García a teinteresa.
¿Ver cine de terror causa traumas entre los más pequeños?
En cuanto a las edades en las que afecta más ver este tipo de películas, Sergio hace hincapié en la necesidad de regirse a las calificaciones de edad. Sin embargo, ante situaciones como recogíamos hace unos días en las que un montón de familias entraron a ver Paranormal Activity 4 con niños por un error del cine, Sergio asegura que no se crearían traumas a largo plazo, por una sola situación aislada, como creyeron algunos padres.
En estos casos lo que podría darse es pesadillas esa misma noche o casos de «letra muerta» donde lo que para nosotros es escandaloso no es interpretado de esa manera por el niño, al no poseer todavía los mismos códigos culturales. Sin embargo, consumir películas de este tipo de manera continuada sí podría causar situaciones de ansiedad que dificultasen su desarrollo y aprendizaje.
¿Genera violencia ver películas de terror?
Siempre y cuando se vea bajo las condiciones adecuadas, el cine de terror puede ser incluso una actividad educativa, ya que actúa como catarsis, es decir, como un aprendizaje vital aprendido en las pantallas que el inviduo ya no necesita experimentar en su vida diaria.
Sin embargo el psicólogo Sergio García incide en que para que esto se produzca es vital que la sociedad cree los criterios necesarios para poder formar y educar a los individuos a la hora de ver películas violentas.
¿Por qué nos da tanto miedo ver niños en películas de terror?
El niño de »El sexto sentido», las gemelas de »El resplandor», la niña del pozo… El género de terror está plagado de infantes que nos aterrorizan más que el mejor monstruo creado con efectos especiales, por alguna razón que desconocemos a simple vista.
Sin embargo, conscientemente el motivo es un proceso psicológico muy sencillo: la dicotomía entre dos conceptos en nuestra mente muy diferentes. En nuestra cabeza y experiencia personal un niño nos transmite bondad, inocencia, pureza… pero ver a un niño sufriendo o en un contexto de terror, rompe de manera radical nuestra idealización sobre la infancia «causando un mayor impacto al espectador.» concluye el psicólogo Sergio García.