»Titanic» llega de nuevo a la gran pantalla para conmemorar el 100 aniversario del hundimiento del lujoso transatlántico al que bautizaron, paradójicamnete, como »el insumergible».
Su director, James Cameron, ha resucitado en tres dimensiones la película ganadora de once óscares protagonizada por Kate Winslet y Leonardo Di Caprio.
Tras convertirse hace quince años en un fenómeno mundial, la película se estrena esta semana santa en los cines de todo el mundo el mismo día de hace cien años que ocurrió la tragedia. La historia de amor prohibido de sus protagonistas y la espectacular recreación del célebre accidente marítimo convirtieron »Titanic» en 1997 en la película más taquillera de todos los tiempos. Recaudó la friolera de 1.842 millones de dólares en todo el mundo. Tuvieron que pasar diez años para que Avatar en 2009 superara sus cifras: 2.781,5 millones. Desde esa fecha nadie la ha alcanzado.
La película pese al gran trabajo de documentación y al cuidado minucioso que se tuvo en reproducir todos hasta el mínimo detalle del barco presenta hasta 200 fallos e incoherencias contabilizados. Estos son las más importantes:
En el hundimiento del barco, aparecen los mismos dobles pasando repetidas veces por pantalla en la misma secuencia.
Otra incoherencia es cuando Kate Wislet después de naufragar y flotar a la deriva sobre un madero sopla un silbato cuando vislumbra unas luces que corresponde a los botes de salvamento. Debido al frío polar el silbato congelado al ser de metal debería haber quedado adherido a los labios de la protagonista.
En la historia de la película los pasajes dan a entender que sólo son de primera o de tercera clase pese a que en la realidad también existían los de segunda.
El cuadro de la serie de »Los nenúfares » de Claude Monet que decoraba en el filme uno de los salones de la primera clase, en realidad lo pintó el autor años después del accidente marítimo.
Cuando Rose (Kate Wislet) está intentando rescatar a Jack (Leonardo di Caprio) ve un hacha contra incendios, que consigue rompiendo el cristal. La siguiente escena nos muestra a Rose delante de la caja donde estaba el hacha y el cristal está intacto.
Un fallo de raccord es cuando Leonardo de Caprio se encuentra esposado en un camarote mientras el barco se está hundiendo. La cámara entra por el ojo de buey del camarote donde se encuentra el protagonista. A continuación, se ve otra toma desde el interior en la que se ve la ventana del ojo de buey con el nivel del agua por la mitad.
Cuando el transatlántico se parte en dos y una parte del barco se eleva hay un pasajero que cae y choca contra uno de los pivotes metálicos que se utilizan para asir cuerdas… el metal macizo se arruga con el impacto.
Cuando Kate Wislet va a tirarse por la borda se observa en una toma que lleva un tatuaje y en la siguiente escena ya no lo lleva.
Cuando el barco se está hundiendo uno de los tripulantes generado por ordenador desaparece antes de caer al mar.
La canción que entonan en la misa que se realiza antes del naufragio no se compuso hasta años después.
Cuando el buque está a punto de colisionar por la parte derecha con el iceberg, se escucha al oficial de puente gritar, en la versión doblada al español «todo a estribor”, si fuese así el buque iría todavía más contra el iceberg, tendría que haber dicho «todo a babor».
Cuando la anciana (Kate Wislet) empieza a contar la historia, al principio del filme, lleva unos pendientes, y luego al final de la película aparece con otros.
Antes de que Rose (Kate Wislet ) le propine un golpe a uno de los tripulantes, éste ya tiene sangre en las manos y en el boca.