Hay cineastas a los que les persiguen las etiquetas. Spielberg es el rey Midas de Hollywood, Woody Allen es el genio neoyorquino y Tarantino es el maestro de la violencia posmoderna. Pero a Oliver Stone, que cumple mañana 70 años, le acechan otros adjetivos: polémico, político, controvertido.
Nadar a contracorriente ha sido el santo y seña de la carrera de Stone (Nueva York, 1946) y no parece que vaya a cambiar de rumbo con «Snowden», la cinta que participa en la competición oficial del Festival de San Sebastián y que narra la historia del exmiembro de la NSA que reveló los programas de vigilancia masiva de esa institución y provocó, de esta manera, un tremendo escándalo internacional.
La campaña de promoción de «Snowden» ha sido un espectáculo en sí misma. Así, fue muy comentada la participación del realizador en la Comic-Con de San Diego donde, con su vehemencia habitual, alertó de la falta de privacidad en la sociedad contemporánea y definió al videojuego Pokémon Go como «capitalismo de vigilancia».
Además, en el preestreno que se llevará a cabo hoy en diferentes cines de Estados Unidos, se proyectará la cinta seguida de un coloquio virtual entre Stone y Snowden, que intervendrá vía satélite desde su refugio en Rusia.
Lo cierto es que la figura de Snowden, traidor y espía para unos, héroe y defensor de la libertad para otros, le viene como anillo al dedo a un director experto en hurgar y desentrañar los recovecos del sistema y en mostrar los ángulos ciegos de la clase dirigente en Estados Unidos.
En este sentido, el actor Joseph Gordon-Levitt, cuya interpretación de Snowden ha sido unánimemente elogiada, apuntó en una reciente entrevista con Efe que Stone «es un gran patriota».
«Hay quien apoya a su país independientemente de sus acciones y sin preguntarse por qué actúa de una u otra manera», indicó el actor, sin alinearse con esa propuesta de pensamiento.
«Otros, como ocurre en un país libre y democrático como EE.UU., se hacen esas preguntas; para mí, eso es ser realmente un patriota», añadió.
A la espera del veredicto del público, el largometraje cuenta con el visto bueno de Snowden, que en una reciente conversación con el diario económico Financial Times dijo que, respecto a las cuestiones políticas de su caso, el filme es «lo más cercano a la realidad» que puede lograr una película.
De cualquier manera, «Snowden» se añadirá a la larga lista de filmes con trasfondo político que se han convertido en la marca de la casa del potente y arriesgado cine de Stone.
Esta temática fue evidente en cintas centradas en presidentes estadounidenses como «JFK» (1991), «Nixon» (1995) y «W.» (2008), dedicada a George W. Bush, o en la serie documental «The Untold History of the United States» (2012-2013).
Sus reflexiones también empaparon algunos de sus proyectos más populares, como «Platoon» (1986) y «Nacido el cuatro de julio» (1989), sobre la guerra de Vietnam, o «Wall Street» (1987) y «Wall Street: El dinero nunca duerme» (2010), en torno al despiadado imperio sin ley de las finanzas internacionales.
En el tibio ambiente liberal y progresista casi por inercia que caracteriza a Hollywood, Stone parece la oveja negra del rebaño, con opiniones políticas más contundentes y mucho más radicales que las de sus compañeros de profesión.
Desde esa perspectiva surgieron los documentales «Comandante» (2003), acerca de Fidel Castro, o «South of the Border» (2009), una cinta de entrevistas con presidentes latinoamericanos como Hugo Chávez, Cristina Fernández o Rafael Correa.
Ganador de tres Óscar, dos como mejor director, por «Platoon» y «Nacido el cuatro de julio», y uno al mejor guión adaptado, por «Midnight Express» (1978), Stone no está dispuesto a dar un respiro a sus críticos, ya que acaba de rodar otro proyecto que encenderá más de una discusión: un documental sobre el presidente ruso Vladímir Putin.