El invierno está muy cerca, ya sentimos el frío y la lluvia que lleva consigo. Y es en esta época del año cuando en el cielo brilla con más fulgor la Constelación de Orión. Quizá la más bonita e impresionate de todo el firmamento nocturno.
Esta constelación es visible a lo largo de toda la noche durante el invierno en el hemisferio norte, mientras que en el hemisferio sur es verano. El brillo de sus estrellas hace que sea fácilmente identificable sin necesidad de utilizar telescopios.
Al observar esta constelación, se puede equiparar su forma a la de un reloj de arena, aunque se la denomina también el »cazador», coronado por dos estrellas superiores, denominadas Betelgeuse y Bellatrix, y en su base dos brillantes astros: Rigel y Saiph.
En medio de todas ellas se encuentran otras tres estrellas, conocidas como las Tres Marías o los Tres Reyes Magos. Sus nombres son Alnitak, Alnilam y Mintaka.
«La estrella más brillante de toda la constelación es Betelgeuse, que resalta con un característico color rojizo, que conforma el hombro derecho del cazador, en contraposición con el fulgor azulado de Rigel, la segunda estrella más brillante, que configura el pie izquierdo. Entre medias se encuentran los Tres Reyes Magos, que dibujan el cinturón del cazador, del que pende su espada, representada por la Nebulosa de Orión«, afirma el Planetario de Madrid.
La Nebulosa es una gigantesca estructura compuesta por hidrógeno, polvo, plasma y estrellas nacientes que abarca la mayor parte de la constelación.
La Nebulosa de Orión es una de las más grandes del cielo nocturno. Su catalogación se remonta a hace más de 400 años, cuando fue descrita como “niebla” en los registros que de sus observaciones hacía el astrónomo francés Nicolas-Claude Fabri de Peiresc (1610).
Dentro de la Nebulosa de Orión, los astrónomos han descubierto un amplio rango de estrellas jóvenes y objetos estelares, desde estrellas masivas ionizantes decenas de veces más masivas que nuestro Sol, hasta objetos conocidos como enanas marrones, que no tienen la suficiente masa como para quemar su hidrógeno y convertirse en estrellas.
De todas las guarderías masivas de nuestra Vía Láctea, la Nebulosa de Orión es la más cercana a la Tierra (a pesar de eso está a cerca de 1.300 años-luz de la Tierra). Esto hace que esta región sea especial, ya que ofrece a los astrónomos la mejor herramienta para comprender cómo la naturaleza transforma las nubes de gas muy difuso en soles que queman hidrógeno, estrellas fallidas y, eventualmente, planetas.
Ahora ya sólo queda que se mire al cielo en dirección sur para encontrar a este gran gigante brillante que es la constelación de Orión.