La pionera fue Rodial, una de las firmas favoritas de las celebrities, y después llegaron otras firmas que se afanaron en sintetizar en laboratorio los efectos del veneno de serpiente para diseñar cosméticos con efecto “botox”: el veneno de serpiente paraliza de forma temporal las contracciones de los músculos, lo que hace que las arrugas se alisen y aporta un efecto lifting inmediato.
Syn-Ake, un neuropéptido diseñado a la imagen del veneno de Víbora del Templo, proporciona un ligero efecto de congelación, reduciendo las arrugas faciales visibles. Es el principio activo estrella de los tratamientos de la línea Glamoxy de Rodial y de Miriam Quevedo, que actúan inhibiendo las contracciones musculares para conseguir un efecto Botox contra las arrugas de expresión.
Por su parte, Uresim incorpora en su crema Veneno de Serpiente una proteína específica que mimetiza y reproduce la secuencia de aminoácidos y la acción descontracturante característica del veneno de serpiente, que actúa en los puntos donde la piel se contrae a causa de la gesticulación, combatiendo las líneas de expresión.
En los tres casos (la línea Glamoxy Snake de Rodial, la línea Syn-Ake de Miriam Quevedo y la crema Uresim), los efectos no se limitan a una relajación momentánea de los tejidos, sino que el uso continuado de estos productos dificulta la progresión de las arrugas y minimiza la pérdida de elasticidad de los tejidos, preservando la naturalidad y la juventud de la piel, especialmente en las zonas más propensas a la aparición de signos de expresión: frente, mejillas y contorno de ojos y labios.