Están dormidos. Pero ¿qué ocurriría si despertaran? En el parque Yellowstone la gente se para entusiasmada ante ellos. Sus colores azules y verdosos, que parecen de otro planeta, cautivan, te hacen imposible no estar pegado a la cámara de fotos. Son los supervolcanes. El más famoso es el Old Faithful. En los años 80 el mundo se conmovió ante la erupción del Santa Helena. Murieron 57 personas. En solo en unos segundos el volcán rugió. No hubo tiempo para nada.
El supervolcán del que hablamos no ruge desde hace 640.000 años, y sólo lo ha hecho en dos ocasiones más, hace 1,3 millones de años y otra vez hace 2,1, el más brutal, el más mortal. Fue 25.000 veces más grande que el de Santa Helena. La Universidad de Utah analiza día a día este supervolcán. Los estudiosos dejan claro que si todos los supervolcanes de la Tierra entraran en erupción (gran parte de ellos se encuentran en Hawaii e Islandia, allí debajo del mar) “la devastación de la Tierra sería completa”. De hecho solo el geiser de Yellowstone podría acabar con los EEUU. Temperaturas de centenares de grados quemarían todo a su paso, se acabaría el transporte aéreo y las primeras estimaciones hablan de que serían 87.000 personas las que morirían en el acto.
Los supervolcanes de Yellowstone arrasan cada 800.000 años
En 2004, según refleja la CNN, los estudiosos de Yellowstone detectaron cómo la tierra alrededor del volcán subía y bajaba. El volcán respiraba. Terremotos y pequeñas erupciones son lo más probable en un futuro lejano, nadie espera mucho más. Así que los visitantes pueden seguir tranquilos haciendo fotos. El físico Michio Kaku tiene claro que si un día uno de estos volcanes explotaran “sólo quedaría correr”, aunque tranquilizó a la población. “Es posible que entre en erupción en los próximos 100.000 años”, por lo que la gente no está aún nerviosa”.