Mercedes Milá los miraba desde los pasillos. Nunca se ha atrevido a entrar en la casa de Guadalix… hasta ayer. Según analiza Telediaria.com, Mercedes, por tanto, dinamizó el show desde las tripas del programa. Una estrategia interesante para una noche que arrancó con una coreografía de míticos concursantes de antiguas ediciones (ejecutada por Lola González de ¡A Bailar!). Así se abrieron las puertas de la nueva casa, más amplia para una edición que se vive en compañía, al entrar cada participante con una persona de confianza. O animal de confianza, como el chico gallego que se llevó a su cabra. No faltaron las pijas, los surfers… e incluso una vecina del barrio de El Príncipe, Shaima. De esta forma, se da un impulso para que el casting abra juego a través de unos grandes hermanos con perfiles enfrentados (torero versus antitaurina, por ejemplo) y algún que otro reencuentro al estilo de ‘Hay una cosa que te quiero decir’, pues el programa introdujo un vallecano que no sabe que está participando junto a un hermano que no conoce. Ahí están las claves del futuro del éxito del programa: en los vaivenes de la convivencia, a medio camino entre la comedia, el drama y la empatía, que son los engranajes que crean la adicción por este culebrón de la realidad.