A principios de 2016, Snapchat fue el principal ejemplo de éxito para los expertos de marketing de todo el mundo y un año más tarde lo era para los principales economistas y analistas de bolsa. Sin embargo, siete meses después de aquel momento de gloria las expectativas se han diluido. El número de sus usuarios activos ha bajado considerablemente y las acciones de Snap Inc. -matriz de la compañía- se derrumban por debajo del precio de salida.
Lo tenía todo para triunfar. Snapchat llegaba al mercado como una red social disruptiva: contenido efímero que desaparecía después de 24 horas. La estrategia encajaba a la perfección en el modo de vida de los millenials. Incluso hubo quien creía en ella como una posible herramienta para el denominado ‘periodismo ciudadano’. Así, empresas e influencers se integraron en la plataforma para subirse a la ola de innovación y frescura.
Pero todas las esperanzas ya se han esfumado. Snap Inc. anunciaba a principios del pasado mes de mayo que había perdido un 36 % de usuarios activos al día y que los ingresos medios retrocedían un 14 % al compararlos con el trimestre anterior. Sus acciones se desplomaban inmediatamente y ahora su bono se paga por debajo del precio de su salida en el Dow Jones (16.95 dólares frente a los 17 del 2 de marzo de 2017).
Víctima de Facebook
“Si quieres ser una firma creativa, tienes que disfrutar cuando la competencia copia el producto, porque eso quiere decir que es bueno”, justificaba Evan Spiegel, fundador de Snapchat, tras el derrumbe de la compañía en bolsa. El joven multimillonario le quitaba hierro a los malos resultados económicos originados desde que Facebook e Instagram copiase su modelo de publicar imágenes efímeras.
Instagram, principalmente, ha sido su peor pesadilla. Su herramienta ‘Instagram Stories’ ha superado a Snapchat en 40 millones de usuarios y las marcas han huido de la red social del fantasmita buscando una mayor rentabilidad.
Ambas aplicaciones funcionan de la misma manera: imágenes y vídeos con una vida de 24 horas, y a los que se pueden añadir texto, filtros o emoticonos. No obstante, Instagram pertenece a Facebook y se beneficia de su potente estrategia de publicidad.
¿Qué pasa con Twitter?
Twitter -al igual que Snapchat- se encuentra inmersa en un periodo de incertidumbre. Desde que Google se hiciese con los derechos de la plataforma encargada de su desarrollo, muchos han sido los rumores que hablan de un servicio premium para consumir la última hora de las noticias. Sería un último esfuerzo para intentar paliar la contracción en su número de usuarios activos mensuales.
Mientras las ventas de publicidad para móviles de Facebook han crecido en un 50 % en el segundo cuatro del año, los ingresos publicitarios de la red social del pajarito cayeron un 8 %.
«Si realmente no pueden acelerar el interés de usuarios a la luz de los tweets diarios de POTUS [en referencia al acrónimo del presidente de los Estados Unidos], no estoy seguro de cuándo lo podrán hacer», ha criticado Michael Nathanson, analista de investigación de MoffettNathanson Research, en declaraciones a la agencia Reuters.
La red social ha venido apostando por recurrir a figuras mediáticas como Donald Trump para popularizar contenidos en su red, así como al desarrollo de herramientas de contenidos en vivo y en directo para ayudar a atraer a los espectadores y aumentar la participación de los usuarios. Pero este 2017 no está siendo bueno para Twitter: tan solo en Estados Unidos, el promedio de usuarios activos mensuales de Twitter cayó a 68 millones desde los 70 millones logrados en el primer trimestre del año.
A pesar de todo, ni Snapchat ni Twitter han muerto y aún generan beneficios, además de contar con millones de usuarios estables por todo el mundo. Sin embargo, todo dependerá de las próximas decisiones que tomen sus responsables. Es el eterno dilema: “renovarse o morir”.