Fue el infierno en pleno Miami. Ronald Poppo, de 65 años, sufrió la acción de un hombre que se comía su cara a trozos, durante 18 minutos interminables, y sin perder en ningún momento la consciencia. Las imágenes tomadas por las cámaras de seguridad cerca del lugar en el que se produjo el ataque, en la Avenida MacArthur de Miami, muestran cómo Poppo mueve las piernas mientras su atacante, que estaba completamente desnudo, yace a su lado.
Así lo ha desvelado el Daily Mail, que además recoge que cuando los servicios médicos llegaron al lugar de los hechos, el hombre movía los brazos y se retorcía de dolor, después de un ataque que se prolongó durante 18 terroríficos minutos en los que Rudy Eugene le comió el 75 por ciento de la cara, incluidos los ojos, la nariz y la boca.
Los intentos de la Policía para que dejara de arrancarle a trozos la carne a Poppo fueron infructuosos. Rudy miraba a los agentes, con la boca llena de carne, gruñía y seguía con su ataque. Pero además, se ha sabido que varios ciclistas y conductores pasaron por delante y no hicieron nada, excepto uno, que llamó al teléfono de emergencias 911.
Las últimas horas de Eugene
El diario Miami Herald cuenta que la Policía está tratando de reconstruir las últimas horas del caníbal antes de cometer el ataque. Piensan que asistió a una fiesta por el Memorial Day en la playa después de estar en casa de su novia, y al día siguiente inició el camino de vuelta a casa a pie, de casi 5 kilómetros, y a más de 32 grados de temperatura. Mientras iba caminando, Eugene se fue deshaciendo de sus ropas y sus pertenencias, que fue esparciendo por la calzada.
En casa de su novia estuvo hasta cerca de las 2 de la madrugada; despidió de ella y al poco rato la llamó para decirle que se le había estropeado el coche. La novia ha señalado a los agentes que la actitud de Eugene ya era extraña entonces, y que le había estado rebuscando en la ropa
Los agentes han encontrados estas ropas, así como algunas prendas más y su carné de conducir en la playa. En un momento determinado de su camino, y cuando ya estaba completamente desnudo, Eugene encontró a Poppo, un indigente de 65 años que dormía en el suelo. Fue entonces cuando le atacó. Primero le golpeó, y después le sujetó y comenzó a comerse su cara.
Larry Vega es uno de los testigos que vio todo y avisó a la Policía: «»El chico le estaba despedazando con su boca, y le grité que parara. Pero no lo hizo, le estaba desgarrando la piel a tiras. Cuando llegó a la Policía y le increparon, el chico miró hacia arriba con un trozo de carne en su boca y gruñó«. Uno de los agentes realizó finalmente varios disparos que acabaron con la vida de Eugene.
Al parecer, la primera llamada que la Policía recibió en torno al suceso fue la de un motorista que aseguró haberse cruzado con un hombre que se estaba desnudando por la calle y que caminaba dando tumbos. Un Road Ranger también avisó al 911 y le gritó a Eugene por su megáfono que depusiera su actitud.
La víctima, un estudiante brillante
La víctima, Ronald Poppo, llevaba 30 años mendigando, pero en su juventud había sido un estudiante brillante de uno de los mejores institutos de Nueva York, el Stuyvesant de Manhattan, donde trabajó también el servicio de Orientación. Poco se sabe de qué le llevó a Poppo a mendigar por las calles, aunque el New York Daily News cuenta que ya en 1976 era un hombre sin hogar. Aquel año fue atendido por una herida de bala y aseguró ser refugiado del Ejército de Salvación.
En los años 80 tuvo durante dos años una dirección en Nueva Orleans, aunque su trayectoria ha sido más bien la de un »homeless» de Florida que durante cuatro décadas ha acumulado un amplio historial de detenciones por intoxicación y medicidad. Uno de sus compañero de clase, uno de los cirujanos plásticos más reconocidos de Miami, ha señalado que la «triste realidad es que muchas personas brillantes se vuelven esquizofrénicos y acaban en las calles».
Bajo la influencia de las »sales de baño»
Los agentes están convencidos, a falta de los exámenes toxicológicos, de que Eugene se encontraba en el momento del ataque bajo los efectos de una nueva y potente droga que está causando estragos en Estados Unidos: las »sales de baño», llamadas así por su aspecto físico parecido a este elemento de cosmético, pero con unos efectos devastadores.
Se trata de un potente LSD mezclado con cocaína, un cóctel que afecta al sistema nervioso y que produce delirios, paranoias y conductas agresivas. Los médicos del hospital Jackson Memorial, donde además se encuentra ingresada la víctima en estado crítico, han señalado que ya no es infrecuente la atención a pacientes bajo los efectos de esta droga, y que no es el primer caso que ven en el que las mandíbulas se usan para los ataques.