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Los hechos traumáticos quiebran los sentimientos de seguridad de las personas y producen una sensación de pérdida de control de la situación
A menudo experimentamos situaciones extrañas en nuestro cuerpo y en nuestra mente, sensaciones que no sabemos cómo explicar y mucho menos de qué manera afrontar. Por desconocimiento o facilidad, muchas veces lo asociamos a tener un mal día, una mala época o incluso a no saber gestionar bien los cambios, por inofensivos que sean. Pero cuando estos patrones de comportamiento o sensitivos tienen una continuidad en el tiempo, debemos dejar de hablar de un mal momento para empezar a darnos cuenta que algo no funciona bien. Cepsim es un centro de psicólogos en Madrid que trabaja precisamente para que personas que experimentan estas contrariedades en su día a día encuentren mecanismos para salir a flote.
Darnos cuenta de que necesitamos la ayuda de un profesional es el primer paso para empezar a dirigir y gestionar el problema. Gracias a su experiencia, estos profesionales dotan a los pacientes de herramientas y técnicas para tirar adelante y redirigir su vida hacia caminos más positivos y saludables tanto mental como físicamente, con la idea de estar a gusto con lo que somos y con lo que tenemos. Y es que cuando la inseguridad, el miedo, el bloqueo o la fobia a actuar se adueñan de nuestro día a día, podemos estar viviendo las consecuencias de una situación traumática.
¿Qué es un trauma y en qué medida influye en nuestro día a día?
Un trauma emocional es algo así como una “herida psicológica”, provocada habitualmente por situaciones perturbadoras, peligrosas o inquietantes que estos experimentan y que, de alguna manera, no saben digerir. Hablamos de situaciones muy diversas que atañen a temas muy diferentes: desde grandes desastres naturales, guerras, accidentes, amenazas a la integridad, o presenciar la muerte de alguien, hasta experiencias de menos impacto como una operación, un castigo, humillaciones o cambios de rol en una familia. Estas situaciones, a la par que tan dispares, tienen un denominador en común: según cómo se lleven y dependiendo de muchos factores (personalidad, fuerza psicológica, entorno familiar, etc), todas pueden generar un trauma.
Uno de los factores indicativos de que se ha vivido un acontecimiento traumático es el llamado TEPT, lo que nos lleva a explicar qué es el Trastorno de Estrés Postraumático. Está definido por la Asociación Americana de Psiquiatría como “la aparición de síntomas determinados a consecuencia de encontrarse expuesto a un acontecimiento extremadamente traumático que representa un peligro real para su vida o para su integridad física”. También pueden padecer este tipo de estrés aquellos individuos que hayan sido testigos de accidentes donde se producen muertes, heridos o existe una amenaza real para la vida de otras personas.
Y es que los hechos traumáticos pueden llegar a quebrar la seguridad de las personas, a la par que producen una sensación extrema de pérdida de control en las rutinas diarias. De ahí que empezar un tratamiento sea indispensable para superar esta anomalía y poder seguir con nuestra vida normal, sin temor a vivir situaciones diarias ni a tomar decisiones de cualquier tipo por un miedo solo presente en nuestro ser.
Otros tipos de hechos traumáticos que rigen nuestro desarrollo
Algunos de nuestros miedos o inseguridades más profundas tienen su origen en vivencias que hemos experimentado en nuestro pasado. Cuando somos pequeños configuramos gran parte de nuestra personalidad, por lo que cualquier situación que vivamos como inestable puede tener consecuencias en nuestra edad adulta, ya sean problemáticas como el abandono o la negligencia, como comentarios o gestos humillantes por parte nuestro entorno. De ser así, es importante detectarlo y empezar un tratamiento para superar traumas en la infancia. Normalmente, este consiste en ofrecer estrategias para poder gestionar tu día a día, a partir de diferentes técnicas en función del caso. Algunas de las más usadas son la terapia cognitivo-conductual, el psicoanálisis, la sistémica, la hipnosis o la terapia sensoriomotriz.
Uno de los casos más desorbitados y una de las experiencias más horrorosas es el trauma sufrido por abusos sexuales, entendido como un ataque a la esfera más íntima de la persona. Vivir una situación de estas características puede generar mucho terror, miedo intenso a sufrir un grave daño físico o incluso la muerte, situaciones de desesperanza, impotencia e indefensión extrema. Y es que una violación es un hecho abominable que deja a la persona en un estado emocional deplorable y vulnerable, y la despoja de todas aquellas capacidades psicológicas.
En estos casos, el tratamiento psicológico debe ser extremadamente personalizado, debido a que cada caso es un mundo y como tal debe tratarse. Formar equipo con un terapeuta va a ser indispensable para salir de una situación emocional y psicológica tan complicada, pero existen muchas herramientas con las que cada persona podrá volver a empoderarse para construirse a sí misma y volver a pisar fuerte la vida.