Además, Von Freyberg, que destaca la transparencia de la institución y apunta que el informe también va dirigido a los bancos «para demostrar que son un »business-partner» sólido y bien gestionado» y a los medios, analistas financieros.
Ernst von Freyberg, que fue nombrado presidente del Consejo de Superintendencia del IOR en febrero de 2013, explica que desde marzo de 2013 han iniciado una estrategia de transparencia basada en tres columnas: la apertura de una oficina de prensa para el diálogo con los medios; la creación de una página web; y la publicación del informe anual, el primero publicado en 125 años de historia.
Por otro lado, apunta que desde mayo de 2013 han contratado al Promontory-Group de EEUU que revisa cada cuenta y realiza investigaciones especiales» y ha agregado que junto a ellos, el IOR está «examinando sus procedimientos para aceptar a los clientes» para asegurarse de que «no se realice ninguna acción de blanqueo en el Instituto».
En este sentido, afirma que continúan en la creación de un Instituto «transparente» sobre el cual, según indica, «el Santo Padre decidirá este año o el próximo año en qué dirección quiere dirigirlo».
El Instituto para las Obras de Religión (IOR) fue fundado el 27 de junio de 1942 por el Papa Pío XII y a él se encomendó la tarea de servir a la Santa Sede y a sus clientes en la Iglesia católica en todo el mundo. Sus orígenes se remontan a la »Comisión para las Causas Pías» creada en 1887 por el Papa León XIII.
Los estatutos, que fueron modificados por el Papa Juan Pablo II en 1990, indican que debe «velar por la custodia y la administración de bienes transferidos o confiados al Instituto por personas físicas o jurídicas y destinados a obras religiosas o de caridad» y que «puede aceptar depósitos de bienes por parte de entidades o personas de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano».
De este modo, el IOR ofrece servicios de pago en todo el mundo a la Santa Sede y a entidades vinculadas, órdenes religiosas, otras instituciones católicas, al clero, empleados de la Santa Sede y cuerpos diplomáticos acreditados y actualmente está regulado por la Autoridad de Información Financiera (AIF), el organismo supervisor financiero del Estado de la Ciudad del Vaticano.