El Papa Francisco se despidió de la Jornada Mundial de la Juventud Brasil con un grito a los jóvenes para que se atrevan «a ir contracorriente. Atrévanse a ser felices», les dijo antes de partir rumbo a Roma a bordo de un A330 de Alitalia.
En un acto con los voluntarios, primero, y en su despedida en el aeropuerto después, Francisco quiso agradecer a todos los que han hecho posible el éxito de la JMJ, y confesó sentir ya el peso de la nostalgia (Saudade), incluso antes de partir de tierras brasileñas.
El Pontífice aseguró a los presentes que marchaba para Roma «con el alma llena de recuerdos felices», pero con pena por dejar a gentes tan acogedoras.
«Comienzo a sentir un inicio de saudade. Saudade de Brasil, este pueblo tan grande y de gran corazón; este pueblo tan amigable. Saudade de la sonrisa abierta y sincera que he visto en tantas personas, saudade del entusiasmo de los voluntarios. Saudade de la esperanza en los ojos de los jóvenes del Hospital San Francisco. Saudade de la fe y de la alegría en medio de la adversidad de los residentes en Varghina», remarcó.
Antes de la Ceremonia de despedida en el Aeropuerto de Río de Janeiro, el Papa se reunió con miles de voluntarios que han trabajado en la preparación y el buen desarrollo de las Jornadas.
«Con la sonrisa de cada uno de ustedes, con su amabilidad, con su disponibilidad para el servicio, han demostrado que hay más dicha en dar que en recibir» (Hch 20,35), les ha dicho Francisco en ese acto, en el que además de darles las gracias les ha pedido que no tengan miedo a ser felices, una afirmación rompedora, como la actitud que el sucesor de San Pedro pedía en ese momento a los jóvenes que le escuchaban, allí y en todo el mundo.
El matrimonio no está pasado de moda
Durante su discurso a los voluntarios, Francisco les ha pedido «que sean revolucionarios, que vayan contracorriente; sí, en esto les pido que se rebelen contra esta cultura de lo provisional, que, en el fondo, cree que ustedes no son capaces de asumir responsabilidades, que no son capaces de amar verdaderamente. Yo tengo confianza en ustedes, jóvenes, y pido por ustedes. Atrévanse a ir contracorriente. Atrévanse a ser felices«.
Así, Francisco ha ido desgranando que para los cristianos sigue estando vigente la llamada personal de Dios, que puede quererlos para el matrimonio, que según ha denunciado el Papa «Hay quien dice que (…) está pasado de moda; Que también puede ser una llamada al sacerdocio «para amar a todos con el corazón del Buen Pastor» o a la vida religiosa, en los monasterios, «dedicándose a la oración por el bien del mundo» o en los diversos sectores del apostolado, «gastándose por todos, especialmente por los más necesitados».
Su propia vocación
«Nunca olvidaré aquel 21 de septiembre, tenía 17 años, cuando, después de haber entrado en la Iglesia de San José de Flores para confesarme, sentí por primera vez que Dios me llamaba», les contaba el Papa a los voluntarios sobre su propia vocación.
Ante el posible temor a esa llamada, el Pontífice a dicho a las muchachas y muchachos que le escuchaban que no tuvieran miedo: «¡Vale la pena decir sí a Dios. ¡En Él está la alegría!», les ha asegurado, al tiempo que les ha invitado a pedirle a Dios que les ayude a descubrir cuál es su camino, si alguno aún no lo tiene claro.