Esta semana se cumple un año del cese de la lucha armada de la banda terrorista ETA. En estos 365 días muchas cosas han cambiado en el País Vasco tanto en temas políticos como de seguridad. Una de las principales repercusiones del anunció de ETA fue que varios políticos y empresarios españoles comenzaron a prescindir gradualmente de sus escoltas.
El movimiento de ETA fue recibido con alegría por toda la sociedad aunque un año después hay un colectivo que se ha visto fuertemente perjudicado: los escoltas. La consecuencia directa tiene que ver con la pérdida de sus puestos de trabajo, pero la realidad va mucho más allá. “Hemos dejado de trabajar y además lo tenemos muy difícil para acceder al mercado laboral normal. Para nosotros es más complicado porque en este país poner en el curriculum que ha sido escolta no queda demasiado bien”, explica el ex escolta y presidente de la Asociación de Escoltas del País Vasco, Santiago Fontela.
Encontrar trabajo no es su único problema, también están sufriendo presiones sobre todo los que viven en los pueblos. Santiago Fontela cuenta su situación personal: “Yo concretamente tengo muchos problemas por haber sido escolta y haber sido la persona que siempre ha hecho declaraciones a los medios de comunicación. Ahora vivo en Portugalete y mi mujer tiene un bar aquí, desde hace tiempo estamos teniendo muchos problemas. Sufrimos un boicot terrible por una parte de la población. Hay una fracción de la izquierda abertzale a la que se suma otra parte de la población por presiones que han dejado de venir al bar o que nos están causando varios problemas. Nosotros hemos pasado de defender y de salvaguardar la vida a muchos políticos para que pudieran hacer su trabajo a ser personas a las que no defiende nadie”.
Este ex escolta afirma que no es el único que está teniendo problemas. Recuerda que cuando ellos realizaban su trabajo iban a cara descubierta por lo que se convertían en personas reconocidas y reconocibles, “lo eras entonces y los eres ahora cuando te dedicas a otra cosa. De ahí surgen los problemas, la gente no nos perdona y no nos va a perdonar. Somos personas que estamos teniendo muchos problemas derivados con todo el proceso de violencia y nadie nos echa un cable”.
Santiago cuenta que sabe de otros compañeros que lo están pasando realmente mal y recuerda que en este último año ha habido dos suicidios. “Desde que se retiraron los servicios ha habido dos suicidios, esto quiere decir que, todo lo que tiene que ver con la depresión o con el síndrome del norte sigue existiendo. El problema radica en que somos un tipo de personas que hemos realizado un tipo de trabajo concreto y ahora se nos ha dejado en la cuneta y se nos ha abandonado. Nosotros hemos sido un elemento que ha distorsionado todas las pretensiones de la izquierda abertzale. Ningún escolta privado ha perdido nunca a ningún protegido, nos hemos dedicado a hacer una barrera entre el cargo político y empresario y los etarras. Nunca nos vana a perdonar que fuéramos esa barrera y que nos empleáramos a fondo para impedirles matar. Nosotros siempre hemos protegido a los de un bando, a los buenos, a los constitucionalistas, a los demócratas y ahora que estamos solos y desarmados nos vemos en el mismo papel de los políticos que defendíamos”, apunta.
El presidente de la asociación señala que antes del anuncio de ETA había 3.000 escoltas trabajando en el País Vasco y en Navarra, ahora solo quedan 100. Matiza que hay unos 250 que realizan labores de protección a las mujeres que sufren violencia de género. Santiago pide que este reciclaje profesional se extienda al resto de escoltas ya que son solo unos pocos los que han tenido esta nueva oportunidad laboral. Para los que se han quedado en el País Vasco, Santiago que les den cierta “preferencia” en la búsqueda de trabajo “porque en este momento el acoso sobre los compañeros y su familia están a la orden del día. Son cosas que no se tratan en la prensa, pero que están pasando y sucediendo”.
Para concluir Santiago confirma que se ha planteado la posibilidad de abandonar su tierra. “Mi familia y yo vivimos de la hostelería y si seguimos sufriendo este boicot nos plantearemos irnos a vivir a otro lado. Esto está sucediendo y va a seguir sucediendo. Este problema existe y casi nadie habla de que pasa con estos 200 tipos vascos que han nacido ahí y que son tan vascos como cualquiera. Pero que ahora que ya no están pasa salvar la vida de los constitucionalistas nos encontramos en una situación de que somos unos apestados. Estamos marcados como los judíos”.