Nacho Cardero, director de El Confidencial, considera que hay una desafección social creciente entre los sindicatos y la llamada sociedad civil. Cardero cree que los ciudadanos no se sienten representados por la clase política y empresarial y los medios de comunicación, pero esta falta de representatividad se hace especialmente aguda en el caso de los sindicatos. «El ejemplo más claro lo hemos visto ayer. El paro promovido por los sindicatos fue muy poco secundado, pero la manifestación posterior, que ya no estaba monopolizada por los sindicatos, fue masiva», señala Cardero, para acto seguido sugerir una renovación sindical de arriba a abajo. «No se pueden seguir sosteniendo a base de subvenciones», explica. «Los sindicatos se han convertido en instituciones cerradas y endogámicas, han convertido sus posiciones de interés en modus vivendi, dejando así de representar a los trabajadores. De hecho, algunos sindicatos no siguieron la huelga de ayer, recuperando así el lema del 15M en el que se decía que no nos representan«.
Cardero recuerda como Cándido Méndez, tras su apoyo «casi religioso» a Zapatero durante siete años, ha hecho que quede deslegitimado para representar a los parados. «La ciudadanía considera que muchos de los representantes políticos y sindicales están deligitimados; por ello no les siguen, y eso que los ciudadanos no están de acuerdo con muchas de las medidas y recortes que ha tomado el Gobierno en los últimos meses”, concluye el director de El Confidencial.
Por su parte, el periodista Diego Armario recuerda que tanto CC.OO. como UGT han contado con dos grandes líderes históricos de la talla de Marcelino Camacho y Nicolás Redondo, que se ganaron su legitimidad en la lucha contra el franquismo. «Y en la etapa de Adolfo Suárez y de Felipe González se comportaron con una gran responsabilidad al ayudar a reforzar, con los Pactos de la Moncloa, la democracia y la economía, que en aquellos años se encontraban en una situación muy endeble. El cambio de su liderazgo se ha notado. Es difícil sustituir a dos líderes como los mencionados. En la etapa de Aznar ya eran otros los dirigentes, pero también se pactaron cosas y, además, coincidió con una etapa económicamente brillante», precisa Armario.
Pero luego los sindicatos han ido perdiendo prestigio a marchas forzadas… «Cierto», prosigue Armario. «Durante toda la etapa de Zapatero lo apoyaron sin protestar nada, y luego han sido muy subvencionados. La gente se ha dado cuenta de que CC.OO. y UGT se han acomodado. Y esto les ha hecho perder prestigio. Y ahora, con esta última huelga general, no han aportado soluciones. Ellos solo dicen que España no tiene que hacer caso a la UE y que hay que mantener como sea el Estado del Bienestar. No dan alternativas a la situación de ausencia de riqueza».
Ahora bien, a la hora de explicar el fracaso de la huelga, también hay que tener en cuenta que mucha gente no se puede permitir el lujo de que le quiten del sueldo de un día de trabajo. «La gente necesita el dinero, sin duda, y aunque manifestarse es un derecho, no sale gratis. Las manifestaciones han sido muy secundadas, quizás porque manifestarse es gratis y hacer huelga, no”, finaliza Armario.