Pablo Iglesias confía en que la dimisión de Monedero no afecte en las elecciones a su partido. Puede que tenga razón pero lo que es indudable es que el deterioro de la formación, por lo que a encuestas se refiere comenzó hace algunas semanas, antes de que el ideólogo principal de ‘Podemos’ anunciara su dimisión. Es posible que el debate de girar hacia el centro o acercarse a la socialdemocracia ya le haya pasado factura, y la marcha de Monedero ya haya sido amortizada en las encuestas. Sea como fuere la tendencia a la baja del partido es preocupante, a la par que va introduciendo en sus formas comportamientos típicos de la casta. El último, esta mañana, cuando al ser preguntado sobre si su dimiisión afectaba al partido contestaba con un seco «no». Y a la repregunta del periodista, más tajante: «Porque no».
Hace apenas cuatro meses, entre finales del año 2014 y principios del 2015, ‘Podemos’ vivía su mejor momento. Todo era felicidad: primeros destacados en las encuestas y paz y tranquilidad en el seno de la dirección.
Los sondeos daban a la fuerza política de Pablo Iglesias y Monedero entre el 27 y el 30% de los votos, superando claramente al PP, y dejando en un espacio de marginalidad al PSOE, que en algunas de ellas no llegaba ni al 20%. El liderazgo del jefe Iglesias era indiscutible. Las bases estaban encantadas con él, con su equipo, con el proyecto y con su forma de hacer las cosas. Así nos plantamos en la manifestación de la Puerta del Sol, multitudinaria se mire por donde se mire. Fue un gran éxito, y sin embargo un punto de inflexión. A partir de entonces, Podemos tocó techo y después empezó a bajar en las encuestas.
¿Cuáles son sus razones? Pues seguramente muchas, pero algunas son muy claras. Una de ellas es sociológica. Los votantes sitúan a Podemos en la extrema izquierda, 2.1 sobre 10, mientras que el votante medio se sitúa en el 4,6. Es decir, España es de centro izquierda o socialdemócrata. Y Podemos lo sabe, por eso desde su presentación del programa económico ha girado hacia el centro. Y aquí es donde se encuentra el dilema y el callejón sin salida de la formación. En primer lugar, muchos no se creen ese giro hacia el centro. Bien es sabido los orígenes de los líderes de Podemos, o bien de Izquierda Anticapitalista (más a la izquierda que IU) o bien habían colaborado o militado en Izquierda Unida. Un giro al centro por tanto poco creíble, pero que es necesario si el partido quiere aspirar a ser el más votado. Estando ubicado en ese 2,1 es imposible ganar las elecciones.
Ese giro puede ser entendido, como así lo ha hecho entender Monedero, como una traición a sus ideales en los inicios del partido. En ambos casos, Podemos sale perdiendo. Monedero acusa al partido de ser como la casta y olvidar sus orígenes, pero si no hace eso el partido no pasa del 15%, como se ha demostrado en Andalucía. Sumando IU y Podemos, logran el mejor resultado de Izquierda Unida en la región. Es lo máximo a lo que se puede aspirar cuando los españoles te ven en la extrema izquierda. Y al intentar ser socialdemócrata lo que puedes lograr es que muchos votantes vuelvan al original: los de centroizquierda al PSOE y los de izquierdas a Izquierda Unida.
Pero es que además, a Podemos le han quitado el liderazgo en la lucha contra el bipartidismo. Los sondeos, en muchos casos, recogen el estado de ánimo a la hora de votar, y en el mes de enero, tan sólo había una opción que recogiera el desánimo, la lucha contra la corrupción y el cabreo del votante: Podemos. Hoy, ha emergido con fuerza otra opción que representa esa lucha contra la vieja politica, contra el PP y el PSOE, pero que además se enmarca dentro del sistema: Ciudadanos.
Todo ese espectro, que veía con simpatía a Podemos, por el mero hecho de ser un partido nuevo, que promete luchar contra la corrupción, derribar el bipartidismo,etc, pero que no era de izquierdas, tiene ahora un partido que comulga mejor con sus intereses. Ciudadanos, según la última encuesta del CIS está muchísimo más cerca de ese 4,6 del votante medio. Está en el 5,1, aunque eso era antes de ser considerada como la marca blanca del PP o de presentar su programa económico, claramente ubicado en la derecha.
Y por último, otro de los motivos de la caída de Podemos, que ahora es la cuarta fuerza, según los últimos sondeos, se debe a su propio comportamiento una vez que ha bajado a la arena política. La elección a dedo de algunos de sus representantes, los enfrentamientos con las bases o con algunos dirigentes autonómicos, o comportamientos típicos de la casta, como esconderse de la prensa o no admitir preguntas en ruedas de prensa, acaban pasando factura.
Todo esto explica, que en tan solo dos o tres meses, el partido de Pablo Iglesias haya perdido más de diez puntos. Está en un callejón sin salida: si mira hacia el centro pierde votos, por la irrupción de Ciudadanos y la ligera recuperación del PSOE, y si mira a la izquierda se quedará como máximo en el 15%. Ya hay algún sondeo que le sitúa por debajo de ese umbral.