Las elecciones europeas del 25-M marcarán el futuro próximo de Alfredo Pérez Rubalcaba al frente del PSOE. Que el actual secretario general de los socialistas se presente o no a las primarias abiertas de noviembre depende en buen parte del resultado del partido en los comicios comunitarios de dentro de dos meses.
Un buen resultado, es decir, ganar las elecciones al Partido Popular, supondría un fuerte respaldo para el líder socialista. Como en cualquier victoria saldría fortalecido, pero esta es quizás su última oportunidad. Rubalcaba ha hablado de la importancia de estas elecciones en multitud de ocasiones durante las últimas semanas. Ha dejado claro que abriría un ciclo electoral favorable, pensando ya en las elecciones municipales y autonómicas de mayo del año que viene y en las generales a finales del 2015. Lo hace pensando en su partido pero también en él, quizás sobre todo en él.
La apuesta de Rubalcaba en la elaboración de las listas ha sido muy fuerte. Primero porque la lista la encabeza Elena Valenciano, su fiel número dos. El aparato y el propio Rubalcaba han querido vender que la presencia de la vicesecretaria general del PSOE en la lista es por la importancia que los socialistas dan a estos comicios y porque el futuro de España se juega en Europa. Esto puede ser verdad, pero Rubalcaba se la juega. Los ciudadanos tienen la sensación de que el que se presenta es él. Será una reválida en toda regla para su liderazgo dentro del partido, para su estilo de hacer oposición y para ver de verdad el respaldo que el actual PSOE tiene entre los votantes.
Un mal resultado de Valenciano sería visto por los críticos como un fracaso del propio secretario general. Siendo justos, si ocurriera lo contrario, sería un fuerte respaldo a sus opciones para las primarias. De momento las encuestas, de uno y otro lado, apuntan a un resultado ajustadísimo. En una clara bajada del bipartidismo, ganará el que mejor aguante. Hace cinco años ambos sumaban el 80% de los votos, hoy las encuestas les dan menos del 60%. Algunos sondeos apuntan a una ligera ventaja socialista, y otros a una exigua ventaja popular. Todas ellas darían empate técnico si tenemos en cuenta el margen de error, por lo que PP y PSOE tratarán de movilizar a los suyos de cara a unas elecciones que tienen una participación bajísima. En 2009 fue del 46%.
ZP »olvidado»
En los últimos días el PSOE, que ya venía renegando de la etapa de Zapatero, ha querido enterrar por completo los últimos siete años de gobierno socialista. Rubalcaba ha reconocido en multitud de ocasiones que el Gobierno, del que él fue ministro del Interior y después vicepresidente, cometió muchos errores. En la lista cremallera aprobada en las europeas, Rubalcaba ha querido lanzar tres mensajes claros: el PSOE apuesta por las mujeres y por los jóvenes, por otro lado hay un claro proceso de renovación y en último lugar los socialistas hacen borrón y cuenta nueva de la etapa de Zapatero.
La apuesta por la lista cremallera (mujer, hombre) refuerza la oposición de los socialistas hasta ahora en la que se han erigido como los defensores de la mujer y su papel en la vida pública y política. De hecho el rechazo del PSOE a la reforma de la ley del aborto de Gallardón ha sido la bandera de su oposición en los últimos meses. Por otro lado, la lista presenta multitud de caras nuevas y con gente muy joven, no en vano la edad media no llega a los 43 años. Y eso ha significado un paso atrás de una generación, la que ganó el Congreso en el año 2.000 y que aupó a Zapatero a la secretaría general del PSOE.
Es verdad que hay tres exministros de Zapatero en las listas, Ramón Jáuregui, José Blanco y Juan Fernando López Aguilar. Sin embargo los tres tienen motivos para estar en la lista sin que se les tenga que unir a esa etapa que de la que el PSOE quiere olvidarse ahora. El que fue ministro de la Presidencia con ZP es un hombre de la máxima confianza de Rubalcaba y por eso va como número dos. López Aguilar, exministro de Justicia, ya encabezó la candidatura hace cinco años y se trata de un hombre de experiencia en Europa, lo que valida la tésis socialista de dar importancia a los comicios europeos. Y por último está la inclusión de José Blanco, la más polémica de la lista. Es sabido que Rubalcaba y Valenciano no querían que fuera en la lista, no por tener una mala relación con él ni tampoco porque fuera número dos de Zapatero en el partido, sino por su implicación en el caso de corrupción »Campeón», que por cierto fue archivado.
El entierro de Zapatero ha quedado de manifiesto esta semana. El viernes, 14 de marzo, se cumplieron 10 años de su primera victoria electoral, esa que otras veces los socialistas han celebrado por todo lo alto. Esta vez sin embargo, ni tan siquiera ha sido recordada. Sin embargo, el 28 de octubre de 2012, el PSOE, ya liderado por Rubalcaba, no tuvo reparos entonces en rememorar el 30 aniversario de la victoria de Felipe González. Aquel día los socialistas organizaron un acto sin precedentes en el que coincidieron decenas de altos cargos y exministros y donde se trató de relanzar a un maltrecho partido. Se destacó entonces la unidad que representaba la figura de Felipe en torno al socialismo. Algo que ahora no ha ocurrido con Zapatero.
Así las cosas, Rubalcaba ha hecho una apuesta muy fuerte en estas elecciones, por presentarse su número dos y por dar carpetazo al »zapaterismo». Si le sale bien, se entenderá como que los ciudadanos dan el visto bueno a su gestión y manera de hacer oposición, entonces quedará Rubalcaba para rato. Si sale mal, lo más lógico es que acabe tirando la toalla para ser el candidato a las primarias abiertas de noviembre.